Billetes tierra

Para una empresa pequeña, que sus teléfonos se incendien significaría un desastre del cual no se podrían recuperar. Bueno, no solo para una empresa pequeña: si a Apple le sucediese algo similar, el golpe sería bastante grave. Sin embargo, para una empresa tan gigantesca como Samsung, el problema de su Galaxy Note 7 ha resultado ser algo manejable gracias a lo diversificado de su negocio.

Los beneficios de la empresa coreana se han más que duplicado en el último trimestre de 2016 gracias a su capacidad de recuperación dentro del área móvil. Sí, pero también debido a que ha contado con unas ventas de semiconductores realmente robustas. Las ganancias han sido tantas que Samsung ha comprado 8 mil millones de dólares de sus propias acciones.

Según el columnista de Bloomberg Tim Culpan, esta recompra de acciones puede ser vista como una manera de aplacar a los inversionistas. Sin embargo, aunque esta recompra es bastante grande, en realidad solo representa un 10 o un 12% del efectivo que tienen. Si quisieran, podrían devolver aún más dinero a los accionistas ya sea a través de más recompras o por medio de la entrega de dividendos reales.

A pesar de esto, según dice Culpan, lo cierto es que el tope de ganancias reales no ha variado en lo básico a lo largo del tiempo. En los últimos años, estas han sido más o menos las mismas, aunque el margen bruto haya mejorado mucho. Pero se muestra escéptico respecto a que esta situación pueda mantenerse debido a que el negocio de la tecnología es cíclico y Samsung podría verse amenazado en los próximos trimestres en el caso de que no se incremente la demanda de productos, como las televisiones y monitores LCD, que han sido aquellos que más ganancias les han procurado.

Ahora bien, lo que cabe preguntarse ante esto es qué necesidad tiene de aplacar a los inversionistas si precisamente las ganancias, aunque no crecen (algo que siempre es visto con recelo) tampoco disminuyen. Lo primero que nos viene a la cabeza es el golpe a la reputación de la compañía que significó el problema con el Note 7. Sin embargo, lo han sabido gestionar de manera que se hayan conseguido minimizar los efectos considerablemente. Pero no es lo único que afecta a la compañía coreana.

Recordemos que el vicepresidente de Samsung, Jay Y. Lee, ha estado vinculado en un enorme escándalo que sacudió a la sociedad del país asiático y que condujo al juicio político del presidente del país, Park Geun-hye. Aunque Lee, previsible heredero de la compañía y que la conduce desde el ataque cardíaco de su padre, no fue arrestado ni puesto en prisión, según algunos analistas legales podría enfrentar cargos de soborno, malversación y perjurio.

Pero, curiosamente, esto tampoco parece haber preocupado a los inversores. Según explica Culpan, si se mira el precio de las acciones en las últimas semanas, podría considerarse que el costo del escándalo ya ha sido amortizado. Pero claro, esto todavía no ha terminado.

Y es que todavía queda por ver cuál va a ser el futuro de Lee, el cual muchos consideran que no será muy aciago debido a la importancia que tiene la compañía coreana para la economía del país (ya se sabe: «muy grande como para dejarlo caer»). Además, habrá que ver el desempeño de los nuevos modelos de teléfonos que han ido sacando, prestando especial atención al ya muy anticipado y rumoreado Galaxy S8 y el sucesor del funesto Note 7, el Note 8.

Imagen: Honou