A pesar de su popularidad y de aparecer en las noticias una semana sí y otra también, todavía no está claro el impacto que causará en nuestra sociedad las criptomonedas en general y el bitcoin en particular. Por lo menos, a nivel financiero directamente. Porque impactar, está impactando en un elemento crucial: la energía.
Bitcoin en concreto está demandando cada vez más energía. Esto es debido a que, para mantener la seguridad a medida que la red crece, los problemas matemáticos que los mineros deben resolver se hacen cada vez más difíciles. De esta forma, la minería exige una potencia de cálculo adicional, lo que se traduce en un suministro constante de electricidad adicional.
A día de hoy, una transacción de bitcoin consume tanta energía como un hogar estadounidense durante 3 semanas. Contando con que hay casi 200 mil transacciones de bitcoins a nivel mundial diariamente, nos encontramos que en este momento la criptomoneda consume tanta energía como un país: Portugal.
El rápido crecimiento de la minería de bitcoin está llevando a causar un problema de sostenibilidad. Y aunque en muchos sitios no se note, en otros ya se está convirtiendo en algo palpable. Uno de esos sitios es Islandia.
O aluminio o bitcoin: no hay sitio para ambas cosas
Islandia es el hogar de una de las mejores fuentes naturales de energía libre de carbono gracias a su ubicación, pues se encuentra justo encima de lo que se podría calificar como una rareza geográfica hidroeléctrica y geotérmica. Allí cuentan con una enorme presa hidroeléctrica situada en medio de una de las mayores zonas silvestres de Europa y con ella capturan la escorrentía (el agua que se vierte al rebasar su depósito o cauce naturales) del glaciar más grande del continente.
Esta presa fue construida por Alcoa, la compañía de aluminio más grande del mundo. La fundición de aluminio requiere un uso particularmente intensivo de energía, pero los vastos recursos de energía renovable de Islandia hacen que sus precios de electricidad estén entre los más bajos del mundo.
Hasta aquí, todo bien, ¿verdad? Salvo por un problema: la minería bitcoin se ha hecho tan popular en el país que el consumo de energía provocado se ha incrementado tanto que ya amenaza con superar al suministro. Según declaró recientemente a Associated Press Smári McCarthy, miembro del parlamento islandés: «Estamos gastando decenas o tal vez cientos de megavatios en producir algo que no tiene existencia tangible ni uso real para los seres humanos fuera del ámbito de la especulación financiera. Eso no puede ser bueno».
Y ahí está la clave: que hoy por hoy, además de para especular, bitcoin sirve para más bien poco. Pero consume mucho. Y sobre todo, consume energía verde.
Las renovables, las más afectadas
Debido a la demanda de energía de la minería de bitcoin, muchos mineros buscan entornos donde la electricidad sea barata. Y esta suele serlo en los sitios donde hacer uso intensivo de recursos renovables. Así, esto termina afectando al medio ambiente de una manera que incluso es peor que la minería de oro, pues se están despilfarrando los recursos energéticos renovables en todo el mundo.
Algunos de los sitios donde los mineros están buscando nuevas viviendas son el estado rural de Washington (Estados Unidos), en Paraguay y en Europa del Este. La demanda ha crecido tanto que, en Quebec, las empresas de servicios públicos están rechazando docenas de solicitudes al día de los mineros de criptomonedas para instalarse porque no hay suficiente electricidad para todos.
Ahora bien, también es cierto que el auge de las criptomonedas está estimulando un mayor crecimiento de las renovables en un momento en que es muy necesario que esto suceda. Por ejemplo, hay una pequeña operación de minería alimentada por energía solar en Australia occidental, y la mayor empresa de servicios públicos de Europa está preparando planes para atender específicamente a los mineros que buscan energía renovable barata.
Sin embargo, el problema persiste porque no se puede seguir el ritmo del crecimiento de la minería digital. Este es tan alto que no se da abasto para construir más represas, turbinas eólicas y plantas geotérmicas lo suficientemente rápido como para cubrir la demanda al tiempo que esta se incrementa.
Se espera que para el año que viene, en esta misma época, las operaciones mundiales de bitcoin consuman aproximadamente la misma cantidad de electricidad que Suecia. Esto quiere decir que el consumo se elevaría al doble del que hay actualmente. Y dado que es más que dudoso que los recursos renovables doblen su suministro en el mismo tiempo, está claro que estamos enfrentando un problema de creciente gravedad que hay que encarar cuanto antes.