Aunque Apple no fue precisamente la primera compañía en introducir en sus teléfonos el reconocimiento facial como medida de seguridad biométrica, como en otras ocasiones, ha sido la que la ha popularizado y la que ha empujado no solo hacia una implementación masiva, sino sobre todo hacia una mejora de los sistemas de reconocimiento ya existentes. Precisamente es esto lo que lleva a pensar que este tecnología pasará a ser algo de todos los días para todo el mundo dentro de no poco tiempo.

Un sistema más seguro

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También fue Apple la que popularizó otro sistema de seguridad biométrico: el escáner de huellas digitales. Cuando el iPhone 5s lo introdujo, poco después empezó a implementarse prácticamente en todos los celulares de gama alta. Hoy día es una característica imprescindible y ha empezado a extenderse también en la gama media. Es cuestión de tiempo que termine llegando también hasta la gama baja a medida que la tecnología se haga más barata conservando su calidad.

Las huellas digitales permitieron subir el nivel de seguridad de los teléfonos manteniendo e incluso aumentando la comodidad: ya no era obligatorio recordar una contraseña para desbloquear el teléfono, salvo para los casos en que el lector fallase, los cuales fueron reduciéndose a medida que el sistema se fue refinando y mejorando.

Sin embargo, aunque el usuario valora la comodidad, también valora la seguridad. Y cada vez más. Y el reconocimiento facial ofrece lo mejor de los dos mundos: más comodidad (solo tienes que poner el celular frente a tu cara) y más seguridad. Respecto a esto último, y aunque puede variar según el fabricante, podemos tomar como referencia a la propia Apple: Touch ID era seguro y solo tenía 1 posibilidad entre 50 mil de ser engañado; Face ID eleva esa cifra a 1 en 1 millón.

Pero lo más curioso de todo es que el reconocimiento facial se ha empezado a popularizar no por razones de seguridad, sino otras razones.

Un cambio motivado por el diseño

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Como en cualquier cosa, hay tendencias que resultan tan potentes que no se pueden ignorar. En el mundo móvil, una de ellas es la pantalla grande y la reducción al mínimo de los marcos (y, si es posible, hacerlos desaparecer). Seguir esta tendencia le obliga a cualquier fabricante a hacer sacrificios de una u otra forma. Por ejemplo, Samsung pasó su lector de huellas a la parte posterior de los equipos, algo que tampoco era nuevo y que ya había sido hecho por otros competidores. Pero esto provocó quejas por la mala colocación ergonómica.

Y es que poner el lector atrás, aunque se consiga ubicarlo en una posición ergonómicamente correcta (generalmente, a 2/3 de la altura del terminal), no es posible utilizarlo cuando el teléfono está sobre una superficie (algo que hacemos muchos, si es que no todos, aunque no sea siempre). Además, compromete el diseño al crear un área dedicada en la parte posterior que es a menudo antiestética, a diferencia de hacerlo en un botón ya existente, como era el que había en el frontal en muchos equipos.

Ante semejante disyuntiva, Apple tomó por otro camino: eliminar el lector e introducir la tecnología de reconocimiento facial. Pero hacerlo tampoco fue fácil. Dado el estado actual de la tecnología, tuvo que recurrir a la ya famosa ceja, muesca o «notch» para colocar los sensores, lo cual provocó su ración de polémica, como suelen hacerlo muchas de las decisiones de esta compañía.

A pesar de que ha involucrado ciertos problemas menores de software al limitar el área de notificaciones, a todas luces Apple parece haber acertado con su decisión dentro del contexto en el que ha producido el iPhone X. De hecho, esto se ve validado por cosas como que Google esté trabajando en una nueva versión de Android que tendrá en cuenta posibles modelos que incorporen muescas; o sea, que coloquen sensores faciales en la parte frontal del dispositivo.

Un sistema invisible

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Uno de los beneficios del reconocimiento facial es que se trata de un sistema de seguridad muy potente que resulta invisible al usuario. Este no tiene que hacer prácticamente nada que no hacía antes. Más bien, tiene que dejar de hacer.

Ben Thompson, analista de tecnología en Stratechery, expresaba esto con bastante claridad en un artículo:

«Face ID lleva[los sistemas biométricos] un paso más allá: mientras que toma un poco de tiempo cambiar los hábitos arraigados, ya estoy en el punto en el que simplemente levanto el teléfono (…); la autenticación en aplicaciones como 1Password es aún más una revelación: no tienes que hacer nada».

»En estos casos el iPhone X está alcanzando la cúspide de la informática: hacer un trabajo necesario, en este caso la seguridad, mejor que los humanos. El hecho de que en este caso sea la seguridad es particularmente notable: se ha tomado desde hace mucho tiempo como una cuestión de hecho que hay un equilibrio ineludible entre la seguridad y la facilidad de uso; Touch ID hizo mucho más fácil tener una seguridad efectiva para la gran mayoría de las situaciones, y FaceID la hace invisible».

Por lo tanto, tenemos que las tres características principales del reconocimiento facial (bien implementado) serían una ausencia de fricción que deriva en invisibilidad para el usuario, una facilidad de uso considerable y una seguridad potente. Es decir, la receta perfecta para que una tecnología de el salto desde el dispositivo en que nace a otros distintos.

Microsoft, líder en PC

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Siendo Apple como es, no pasará mucho hasta que veamos como Face ID da el salto no solamente al iPad, sino también al MacBook Pro y quizá a los equipos de sobremesa. Pero en este terreno alguien se le ha adelantado: Microsoft, su eterna competencia.

El primer dispositivo del mercado masivo que implementó una tecnología segura de inicio de sesión y exploración facial fue el híbrido Surface Pro 4 de Microsoft, lanzado en 2015. Utilizó lo que Microsoft llama Windows Hello y una cámara infrarroja cercana (IR) para escanear el rostro y registrarlo de forma segura.

Windows Hello también es compatible con escáneres de huellas dactilares, pero la gran mayoría de los socios de Microsoft están utilizando cámaras IR dentro de sus portátiles. Entre ellos, grandes nombres como Dell, HP, Lenovo, Samsung, Asus, y más.

Y es que el sistema de los de Redmond facilita que los fabricantes se ahorren la implementación de los lectores dactilares, saltando a la identificación facial de una buena vez, con todas las ventajas que esto implica. Y, por tanto, que las cámaras IR se conviertan en un estándar de facto: no tardaremos mucho en ver que no contar con una será considerado como un defecto en un equipo más que como una carencia.

Ubicuidad completa de aquí a 5 años

Si tan bueno es este sistema, tal vez te estés preguntando por qué no está todavía tan ampliamente difundido. La razón es sencilla: las cámaras seguras con capacidad de reconocimiento facial son increíblemente difíciles de hacer. Esto quiere decir que es muy posible que pasemos por uno o dos años de transición antes de que se el reconocimiento facial se convierta en algo ubicuo.

Por ejemplo, Samsung y OnePlus, por nombrar dos de los fabricantes más influyentes de Android que ya cuentan con tecnologías de este tipo en funcionamiento, siguen careciendo de soluciones completamente fiables que les permitan deshacerse por completo de los escáneres de huellas dactilares. Pero como hemos dicho ya varias veces: es cuestión de tiempo.

Exagerando mucho, de aquí a 5 años tanto computadoras de escritorio como portátiles, celulares y tablets se quedarán con tu cara. Para poder desbloquearlas todo lo que tendrás que hacer es ponerte frente a ellas. Y aunque no te des cuenta, tu equipo contará con una seguridad que conseguirá que, en la inmensa mayoría de los casos, nadie que no sea tú pueda acceder a él.