La falsificación de imágenes no es un fenómeno que haya aparecido con la popularización de Internet, pero lo cierto es que sí podría decirse que se ha extendido gracias a la facilidad que ofrece la tecnología para modificar las imágenes digitales, algo que era mucho más trabajoso cuando se trabajaba con formatos físicos.

Ya sea por motivos políticos, propagandísticos, sensacionalistas o simplemente por error (ya sea de buena o mala fe), en la actualidad no es difícil encontrarse muchos casos en los imágenes falsas han circulado por la red siendo dadas por buenas por mucha gente. Lo cierto es que cuando nos conectamos, no debemos dar nunca por sentado que todo lo que vemos es real y siempre se hace necesario mantener un cierto espíritu crítico que nos despierte las alarmas cuando algo que aparece ante nuestros ojos nos resulte sospechoso.

Creo que podemos decir que hay dos tipos de imágenes falsas. Primero tenemos aquellas que se pueden denominar como falsas por su contexto o su atribución: la imagen es real y no ha sido manipulada de ninguna forma. Lo que no es real es el contexto en el que se tomó o el sitio en el que sucedió lo que se ve. Los ejemplos más sangrantes suelen darse durante tragedias o protestas en cualquier parte del mundo: alguien coge la foto de una situación violenta (por ejemplo, una persona sangrando por un golpe en la cabeza) que ocurrió en otro momento y/o lugar y la publica diciendo que ha sido tomada la protesta que se esté dando en ese momento.

Un ejemplo muy claro de de este tipo de imágenes lo vimos en Ecuador hace un año, cuando, con toda la población preocupada por la actividad del volcán Cotopaxi, empezó a circular por las redes sociales una espectacular foto del mismo que en realidad era del volcán mexicano Popocatepetl y que muchos dieron por buena. Yo al menos quiero creer que tan solo fue un error de buena fe que se reprodujo en cadena debido a la facilidad con la que mucha gente, pues no sé que interés puede tener alguien en difundir algo semejante.

Volviendo a los tipos de imágenes falsas, el segundo es el de aquellas que lo son por manipulación: el software de retoque fotográfico ha avanzado tanto que resulta muy sencillo para casi cualquier persona con unos mínimos conocimientos de Photoshop o Gimp modificar cualquier imagen como se quiere y obtener un resultado totalmente creíble.

A pesar de que la calidad de las cámaras actuales es cada vez mayor, hay que tener en cuenta que, en ciertas ocasiones, las condiciones bajo las que se toman las fotos no suelen ser las idóneas, de manera que la calidad de las mismas es bastante deficiente. Precisamente es en estos casos cuando resulta más fácil introducir una modificación que pase desapercibida.

Dicho todo esto, si nos encontramos ante una imagen sospechosa que está circulando por todo Internet, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos descubrir si es real o no? Hay varias formas de hacerlo. A continuación veremos cuales son.

Primera opción: hacer una búsqueda inversa

tineye

En muchas ocasiones, el método de la búsqueda inversa de imágenes nos basta para determinar si una imagen es o no falsa o errónea. Este consiste en subir una imagen a Google Imágenes o TinEye para que estas herramientas nos devuelvan resultados que nos muestren donde se ha usado anteriormente la imagen en cuestión.

Si el navegador que utilizamos habitualmente es Chrome, usar Google Images es bastante sencillo: basta con hacer clic derecho sobre la imagen y seleccionar la opción «Buscar imagen en Google». Este método también funciona con imágenes de Twitter, Facebook y Pinterest, aunque en el caso de estos dos últimos hay que abrir primero la imagen, mientras que en Twitter funciona sin necesidad de expandir el tuit. Donde no funciona es en Instagram.

Si no usamos Chrome o la imagen que queremos buscar la tenemos descargada en nuestro equipo, basta con abrir Google Imágenes y arrastrar al cuadro de búsqueda el archivo.

Si preferimos usar TinEye, es suficiente con hacer lo mismo que en el caso anterior: arrastrar la imagen dentro de su página para que se cargue y nos ofrezca los resultados de búsqueda.

Tanto en Google Imágenes como en TinEye también podemos hacer búsquedas introduciendo la URL de la imagen, aunque se hace de forma diferente en cada servicio.

Primero, para obtener la URL de una imagen basta con hacer clic derecho sobre ella y seleccionar «Copiar la dirección de la imagen». Luego, en TinEye, es suficiente con pegarla en el cuadro de búsqueda. En Google Imágenes, primero debemos clicar en el icono de la cámara que hay dentro del cuadro de búsqueda para que nos aparezca el campo para introducir correctamente la URL. Si no lo hacemos así, no nos mostrará ningún resultado, aunque sí habrá un enlace que permitirá buscar correctamente sin tener que volver atrás y repetir el proceso de la forma que acabamos de ver.

¿Cuál de los dos usar?

Para mí, el primer paso siempre es usar Google Imágenes: los resultados suelen ser más numerosos y generalmente nos permite detectar las falsificaciones o las falsas atribuciones con más rapidez.

TinEye suele ofrecer menos resultados, pero también hay que contar con que depende de la imagen que usemos. Además, cuenta con características interesantes como poder ordenar los resultados con más sencillez que en Google (que los muestra en intervalos de tiempo) y además es capaz de mostrarnos montajes que se hayan realizado con la imagen en cuestión. Esto último permite encontrar memes que se hayan hecho con ella, por ejemplo. En ocasiones, en los casos de manipulación, incluso nos puede llegar a mostrar la imagen original.

Por lo tanto, mi recomendación es probar primero con Google Imágenes. Si los resultados que obtenemos no son satisfactorios, es el momento de probar con TinEye a ver qué conseguimos.

Segunda opción: comprobar los metadatos de la imagen

metapicz

Toda foto que se toma con una cámara digital (y también los vídeos) lleva en su interior una serie de información, unos metadatos: cámara usada, exposición, apertura, fecha y hora en que se tomó y en algunos casos hasta geolocalización. A estos metadatos se les conoce también como Exif, que es el estándar utilizado para almacenarlos.

En principio, revisar los metadatos de una imagen nos podría proporcionar información valiosa que nos sirva para comprobar si es o no falsa. Sin embargo, es un procedimiento que ha ido perdiendo valor con el tiempo: la mayoría de los servicios más utilizados para divulgar imágenes falsas (o de cualquier tipo) eliminan los datos Exif en el momento en que las subimos. Facebook lo hace, también Twitter, Instagram, Telegram y muchos otros.

De todos modos, si queremos probar suerte porque no tenemos claro si la imagen ha pasado o no por esos servicios o si contamos con lo que presumiblemente es una copia que dice ser no modificada, acceder al Exif es muy sencillo. En el caso de Windows, basta con hacer clic derecho en el archivo, seleccionar «Propiedades» e ir a la pestaña «Detalles». En macOS lo hacemos por medio de «Obtener información» y después «Más información».

Si lo que queremos es acceder a los metadatos sin descargarnos la imagen, podemos recurrir a servicios online como Metapicz o Jeffrey’s Image Metadata Viewer. Ambos muestran los datos que estén disponibles, aunque el primero lo hace de una manera más atractiva y ordenada.

Tercera opción: desvelando las manipulaciones

fotoforensics

Algunas manipulaciones de imágenes están tan bien realizadas que resulta muy difícil a simple vista determinar si lo que vemos es real o no. Sin embargo, existen herramientas que nos permiten, por lo menos, encontrar indicios que apunten en la dirección correcta, como es el caso de Fotoforensics.

Fotoforensics permite analizar una imagen, ya sea subiéndola o añadiéndola por medio de su URL, de manera que, en base a un algoritmo, se hagan más o menos evidentes las partes en las que ha sido modificada, más que nada porque rompen la homogeneidad que debería tener la imagen en el caso de no haberse retocado.

El servicio no es infalible, principalmente porque cuando las imágenes son subidas a un servicio web para su difusión, se les suelen aplicar sistemas de compresión que terminan afectando a su calidad, lo cual provoca en este tipo de aplicaciones la aparición de lo que podríamos denominar «falsos positivo». O dicho de otra forma: se hace difícil apreciar si la falta de homogeneidad es debida a la compresión o a la manipulación.

Cuarta opción: jugar a Sherlock Holmes

wolframalpha

El conocido personaje creado por Arthur Conan Doyle se caracterizaba por fijarse de manera extrema en todos los detalles que rodeaban al objeto de su observación. En el caso de una foto que nos parezca sospechosa, y que no haya ofrecido resultados fiables por medio de las opciones que hemos visto antes, deberemos jugar durante un rato a ser Holmes y examinar con una lupa metafórica la imagen que tenemos delante: ¿qué es lo que nos parece extraño en ella? ¿Hay algún símbolo o logo de algo que podamos verificar? ¿Se corresponde el clima, la vestimenta e incluso el aspecto físico de los que aparecen en la imagen con su supuesto origen? Echando mano de Google y de otros buscadores como WolframAlpha, podemos ir respondiendo todas estas preguntas.

Conclusión

En la mayoría de los casos, tan solo tendremos que recurrir a la primera opción planteada (la de la búsqueda inversa) para comprobar la veracidad o no de una imagen. Y a menos que se trate de una imagen correspondiente a una noticia de ultimísima hora o que no ha trascendido demasiado, también es bastante posible que entre los resultados nos encontremos que alguien ya antes desmintió que fuese real. Sin embargo, el resto de opciones nos pueden ser convenientes cuando la imagen en cuestión no ha sido muy difundida y tenemos especial interés en comprobar si es verdadera o no.