La vastedad de los océanos que nos rodean resulta sobrecogedora. Sus aguas bañan las costas del 99% del espacio habitable de la Tierra y, en total, tienen suficiente agua como para llenar una bañera que tuviese 1.102 kilómetros de largo y de ancho.

Esto ya de por sí es impresionante. Pero más lo es lo hay bajo la superficie. De mano de una animación de Tech Insider (que puedes ver más abajo), descendamos hasta lo más profundo de las grandes masas de agua que nos rodean para conocer algunos de los hechos más significativos que podemos encontrar en esos abismos en los que pocas veces reparamos.

Empecemos por decir que la ballena azul, el animal más grande de nuestro planeta, suele cazar a profundidades de 100 metros. El primer submarino en circunnavegar la Tierra, el USS Tritón en 1960, llegó hasta algo más de los 200 metros. La inmersión más profunda de un ser humano «a cuerpo» que está registrada consiguió llegar más abajo: a 831 pies (253 metros). A esta profundidad, la presión es 26 veces mayor que en la superficie y aplastaría los pulmones de la mayoría de la gente. Pero hay ballenas capaces de soportar esta presión, descendiendo hasta un máximo de 500 metros para cazar calamares gigantes.

Ya hemos descendido bastante, pero podemos bajar aún más. Alrededor de los 730 metros se encuentra la zona de peligro de los submarinos nucleares modernos: si bajasen más, su casco implosionaría. A los 829 metros, nos encontramos con la profundidad que alcanzaría el edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa de Dubái, si lo pusiésemos boca abajo.

A prácticamente un kilómetro de profundidad, la luz del sol ya no llega: es la zona batial. Hay aquí muchos animales que están ciegos, como unos camarones que se encuentran a 7.500 pies. Estos camarones prosperan cerca de volcanes submarinos ya que las temperaturas que se alcanzan aquí son solo unos pocos grados por encima del punto de congelación, pero las aguas que hay alrededor de respiraderos hidrotermales pueden llegar a alcanzar más de 400º C.

2.992 metros es la mayor profundidad registrada por la que un mamífero puede nadar: el zifio o ballenato de Cuvier. Pero ni el zifio podría llegar hasta el Titanic, cuyos restos se encuentran a nada menos que a 3810 metros de profundidad, en un lugar donde la presión es 378 veces mayor a la que hay en la superficie. A pesar de ello, aquí también hay vida. Se pueden encontrar criaturas como el pez con colmillos largos, el pez bruja o hiperotreto y el pulpo dumbo.

A partir de los 4.000 metros, nos encontramos con la zona hadal o zona del Hades, que es el área designada para las fosas más profundas del océano, como la fosa de las Marianas. El conocido director de cine James Cameron (si, el de Titanic) llegó hasta 35.756 pies (10.898 metros) de profundidad en 2012, en la misión Deep Sea Challenger, pero no rompió el record establecido por el oceanógrafo Jacques Piccard y el Teniente Don Walsh en 1960: 35.797 pies (10.911 metros), un punto denominado Challenger Deep. Desde entonces, científicos han enviado una media docena de submarinos no tripulados, incluyendo uno denominado Kaiko que consiguió recoger más de 350 especies del fondo marino entre 1995 y 2003. Sin embargo, a juicio de la comunidad científica, esto tan solo es una parte de la vida que se puede encontrar allí, pues se estima que potencialmente hay miles de especies marinas que aún no hemos descubierto.