El mundo de la tecnología está lleno de siglas y acrónimos que resultan un misterio para mucha gente. Esto no está mal de por sí: no podemos saber de todo. El problema está en cuando esas siglas se utilizan como sinónimos de calidad tan solo porque se usan números más altos que los anteriores o se les añaden unas letras enigmáticas. Seguro que has visto alguna vez esos reproductores que dicen ser «MP5», ¿verdad? Pues a eso es a lo que me refiero.

Uno de los acrónimos que más suena en estos días es el 4G y el LTE. Los usan las compañías telefónicas y los fabricantes de celulares para promocionar sus productos. Sin embargo, ambos pueden generar cierta confusión, sobre todo porque a veces se habla de conexiones 4G, otras de LTE y otras de 4G LTE. Así que, aprovechando un artículo publicado en Digital Trends, vamos a explicar la diferencia que hay entre los dos.

La «G» de 2G, 3G, 4G…

Como ya explicamos al hablar de la tecnología 5G, cuando veamos al hablar de telefonía, la «G» tan solo significa «generación». De esa manera, el 3G era la tercera generación de telefonía móvil y el 4G, la cuarta. Cada generación emplea diferentes tecnologías que incluyen diferentes protocolos y estándares. Los cambios de generaciones se producen cuando unas tecnologías sustituyen a otras, aunque lo normal es que no terminen de desplazar del todo a las anteriores sino que coexistan durante un tiempo.

Por ejemplo, el 1G era analógico, pero el 2G ya era digital. El 2G permitía el envío de SMS, pero el 3G también permitía acceder a páginas HTML.

Las generaciones son definidas por el sector de radiocomunicaciones de la ITU (siglas en inglés de Unión Internacional de Telecomunicaciones). Al hacerlo, fijan los estándares que se corresponden con cada una. Esta es una organización de las Naciones Unidas y esto es lo que hacen según explican en su página web: «Atribuimos el espectro radioeléctrico y las órbitas de satélite a escala mundial, elaboramos normas técnicas que garantizan la interconexión continua de las redes y las tecnologías, y nos esforzamos por mejorar el acceso a las TIC de las comunidades insuficientemente atendidas de todo el mundo».

¿Qué es el 4G?

Sí, ya lo hemos dicho antes: el 4G es la cuarta generación de telefonía móvil. Pero vayamos un poco más a fondo.

El ITU-R (el sector de radiocomunicaciones mencionado antes) definió los estándares que se corresponden a la conectividad 4G en marzo de 2008, requiriendo que todos los servicios que se describan a sí mismos como 4G se adhieran a un conjunto de estándares de velocidad y conexión. Para el uso móvil, lo cual incluye celulares inteligentes y tablets, las velocidades tienen que tener un pico de al menos 100 megabits por segundo; para usos más estacionarios, como los hotspots móviles, este debe ser de al menos 1 gigabit por segundo.

En el momento en el que fueron anunciados estos estándares, esas velocidades eran impensables en el mundo fuera de los laboratorios. Entonces, ¿por qué ponerlas? Pues porque estaban pensadas como un objetivo a alcanzar por parte de los desarrolladores de tecnología, algo así como un punto en el futuro que marcase un salto significativo sobre la tecnología que se usaba entonces. Con el tiempo, los sistemas de las redes de telefonía han conseguido que las redes 3G sea hayan mejorado tanto que pueden ser clasificadas como 4G.

¿Qué es LTE?

LTE significa Long Term Evolution (evolución a largo plazo) y, a pesar de ser un estándar, en realidad no es tanto una tecnología como el rumbo seguido y a seguir para alcanzar las velocidades definidas en el 4G.

La mayoría de las veces, cuando en nuestro teléfono se nos muestra «4G» en la esquina superior derecha, en realidad no es que usemos una conexión 4G real. Cuando las velocidades mínimas del 4G fueron fijadas, a pesar de la cantidad de dinero que pusieron los fabricantes en intentar alcanzarlas, lo cierto es que no lo conseguían. De ahí que la ITU-R decidiese bautizar como LTE a las tecnologías utilizadas en la búsqueda de conseguir cumplir las normas puestas por ellos mismos. De esta manera, si una tecnología proporcionaba una mejora sustancial sobre el 3G, podría ser etiquetada como 4G.

A partir de ese momento, las redes de telefonía (es decir, las empresas que nos proveen la conexión) empezaron a anunciar sus servicios como 4G LTE. Es decir, que emplearon una maniobra de marketing que les permitía decir que estaban brindando conectividad de nueva generación sin haber alcanzado la velocidad requerida antes. Sería como si Estados Unidos hubiera dicho en su momento que habían aterrizado en la luna solo porque se quedaron cerca empleando una nave mejor que la anterior. De todas formas, tampoco es que esto sea completamente engañoso: dependiendo de la red utilizada y de la ubicación, la diferencia entre el 3G y el 4G actual es perceptible de manera inmediata. Vamos, que no es que sea mentira, pero sí se puede afirmar que se trata de una verdad a medias.

Pero esto no termina aquí. En algún momento se generará más confusión cuando aparezca el LTE-A: Long Term Evolution Advanced, que nos lleva un paso más cerca del 4G tal y como está definido. Ofrece mayor velocidad y estabilidad que el LTE normal. Además, es compatible regresivamente o «hacia atrás», de manera que no son necesarios nuevos equipos para hacer uso de él. Otra ventaja es que funciona agregando canales, de manera que en lugar de conectarse a la señal más fuerte que esté disponible en las inmediaciones, se pueden descargar datos desde múltiples fuentes al mismo tiempo.

¿Hay alguna diferencia real de velocidad?

¿Se puede notar una diferencia real entre las conexiones 4G y las LTE (recordemos que se nombran como 4G LTE)? Pues lo cierto es que no, a menos que vivas en una ciudad. La diferencia entre las redes 3G y las nuevas 4G o LTE es muy evidente, pero las velocidades entre un nuevo 4G y un «4G verdadero» (que ya hemos visto que no es tal) no difieren mucho, tanto de subida como de bajada. Cuando el LTE-A entre en acción, si empezará a haber una diferencia mayor.

Recursos necesarios

Crear conectividad 4G requiere de dos componentes: una red que pueda soportar las velocidades necesarias y un dispositivo capaz de conectarse a esa red y descargar información a la suficiente velocidad. Por tener un teléfono que soporte 4G LTE no significa que automáticamente cuentes con la velocidad que quieres.

Antes de tener la capacidad de ofrecer verdaderas velocidades LTE en la mayor parte de áreas, las operadoras vendieron teléfonos que eran capaz de aprovecharlas para después empezar a desplegar el servicio de manera limitada. Actualmente, el LTE está bastante implantado, pero si no vives en un área metropolitana, tal vez sea mejor asegurarte de si necesitas una conexión LTE en donde vives o trabajas. Tu proveedor no te va a cobrar menos si no haces uso de LTE, por lo que puede ser que te convenga, de cara a ahorrar un poco, echar mano de un teléfono de una generación anterior que pueda conectarse solo al 3G o al 4G.

Conmutación de paquetes y conmutación de circuitos

Independientemente de cuáles sean los datos o de la rapidez con que se están transfiriendo, necesitan empaquetarse y enviarse para que otros puntos de la red puedan interpretarlos. Las redes más antiguas utilizan la tecnología de conmutación de circuitos, un término que se refiere al método de comunicación. En un sistema de conmutación de circuito se establece una conexión directamente con el objetivo a través de la red, y todo, ya sea una llamada telefónica o una transferencia de archivos, pasa a través de ella.

Algunas de las ventajas de una red de conmutación de circuitos son un tiempo de conexión más rápido y menos posibilidades de que esta se caiga. Las redes más recientes aprovechan la tecnología de conmutación de paquetes, un protocolo moderno que aprovecha el mayor número de puntos conectados en todo el mundo. En una red de conmutación de paquetes, la información se divide en trozos pequeños que luego se envían a su destino por medio de la ruta que sea más eficiente. Si un nodo abandona su conexión en las redes de conmutación de circuitos, tendrá que volver a conectarse, pero en una red de conmutación de paquetes, el próximo paquete buscará simplemente una ruta diferente.

Ya que las redes empleadas para transmitir voz siguen usando el sistema de conmutación de circuitos, lo que las operadoras suelen hacer es emplear esas redes para la voz y las de conmutación de paquetes para los datos. Existe otra solución bajo el LTE, que es emplear la de los datos también para transmitir voz, pero las operadoras son reacias a aplicarlo porque… bueno, porque no podrían cobrar por minutos.

¿Cuál es el futuro?

Como vimos en su momento, las operadoras ya están haciendo sus pruebas de cara al 5G, pero todavía queda mucho trabajo por delante. El estándar aún no se ha terminado de definir, y si tomamos como referencia lo ocurrido con el 4G, lo cierto es que aunque la fecha para el despliegue es 2020, es muy probable que no dispongamos de 5G real hasta algunos años después.