A Benjamin Franklin se le atribuye la cita que dice «En este mundo sólo hay dos cosas seguras: la muerte y pagar impuestos». Dura realidad, pero realidad al fin y al cabo que tenemos que asumir. Sin embargo, si bien existen impuestos cuya existencia puede cuestionarse y discutirse (algunos dicen que todos deberían desaparecer), hay otros que directamente parecen una mala idea, sobre todo de cara al usuario, como el que quieren implantar en la ciudad de Pasadena, en California: un impuesto a Netflix.

Pero seamos exactos: el nombre de «impuesto Netflix» es tan solo una manera mediática de llamarlo, tomando la parte por el todo. Porque sí, no hace referencia solo a Netflix, sino a todos los servicios de vídeo en streaming.

El impuesto, que todavía no se ha empezado a recaudar, sería del 9,4 % en el caso de Pasadena. Y específico el caso de Pasadena porque no es la única ciudad que se está planteando «imponer» una tasa similar. Según SanDiegoRed, hasta 40 ciudades californianas más están considerando hacer algo parecido. Y eso solo en California, que hay otros estados que ya lo están haciendo.

Pero esto no está ocurriendo solo en Estados Unidos: también en Colombia parece que se va a implementar una medida similar aplicable a servicios de streaming tanto de audio como de vídeo, solo que en este caso el impuesto subiría hasta el 19%, que sería retenido por los bancos al realizar el pago, entregando a las empresas el resto del dinero.

Como señalan en Enter.co, en Estados Unidos ya hay varios estados, como Illinois y Minnesota, que han gravado con impuestos a los servicios de streaming e incluso a los de descargas de cosas como música, aplicaciones, libros, etc. Recientemente, también se ha añadido a la lista Pennsylvania. Y en el mundo, ya son varios países los que tienen impuestos de este tipo, como Canada, Japón, Australia o, en nuestro continente, Argentina (en Buenos Aires).

La razón: pérdida de ingresos

Para muchos estados, la razón para aplicar estos impuestos es la caída de ingresos derivada del paso de uso de soportes físicos (CD, DVD) a la nube. Año tras año, los primeros disminuyen y la segunda ve como se incrementa su consumo. Además, también está el caso de lo que en Estados Unidos denominan «cord cutting»: abandonar la televisión convencional (sobre todo la de cable) en favor de las plataformas online, algo que de lo que ya hemos hablado por aquí.

Desde los gobiernos, este tipo de modificaciones a la tributación es vista como un paso en la modernización y adaptación a los nuevos usos y costumbres. Sin embargo su impopularidad es innegable, ya que son vistas por los usuarios como medidas recaudatorias que además sancionan ciertos comportamientos que, aunque crecientes, no son mayoritarios todavía en muchos países.

¿Podría suceder en Ecuador?

Ante el panorama mundial y la crisis nacional que se está viviendo hoy en día, ¿sería posible que se implementarse un impuesto similar en Ecuador? Como posible, todo lo es, no nos engañemos. Otra cosa es la voluntad política que haya de hacerlo y el impacto social que podría tener una medida así.

A pesar de que, como explica Juan Pablo Jaramillo en Gkillcity, «Como se ha evidenciado con datos, es claro que Ecuador no es un país de altos impuestos», lo cierto es que existe en algunos sectores de la población la percepción de que la situación es la contraria. La implantación de un impuesto al streaming redundaría entonces en contra del gobierno que lo aplicase en cuestión de imagen, ya que se consideraría como un impuesto más a añadir a la larga lista que ya sufren los ciudadanos.

Ahora bien, ante un escenario así, habría que plantearse si tendría impacto social y, por lo tanto, respuesta. Para eso, habría que conocer las cifras de usuarios ecuatorianos en Netflix y Spotify, por poner los ejemplos de dos servicios muy populares. Intuyo que ese número debe de ser muy bajo, por lo que la respuesta que habría a un impuesto a estos servicios sería bastante limitada: quizás algo de ruido en prensa, pero poco más.

Otra cosa es cómo afectaría al proceso de modernización digital del país. En el mundo globalizado en que vivimos, el libre flujo de información, incluido entretenimiento, nos beneficia a todos de muchas maneras. Un impuesto al streaming tendría más efectos negativos que positivos. Partiendo de esa presunción de que el número de usuarios es bajo, la recaudación sería realmente ínfima. Y aunque las empresas pudiesen absorber durante un tiempo el costo del impuesto, tarde o temprano se lo terminarían trasladando al usuario en forma de incremento de precios. Esto ocasionaría que el volumen de clientes como mínimo no creciese y que, en algún momento, se considerase que no vale la pena brindar el servicio en el país y que se terminase retirando: adiós Netflix, adiós Spotify, adiós cualquier otro servicio similar que pensase en venir por aquí.

Sí, no lo niego: he pintado un panorama un poco exagerado, pero es plausible. Siendo como es este un país donde todavía no se valoran de manera general y en su justa medida los servicios y productos digitales, el mercado aún es muy pequeño y el entorno, muy frágil, lo que hace que este tipo de decisiones puedan tener un impacto mayor de lo que lo tendrían en otros países.

Por lo tanto, a la pregunta de si un impuesto al streaming podría darse en Ecuador, la respuesta podría ser «Por darse, podría; pero no debería».