Lo que vamos a ver a continuación podría calificarse como una mera anécdota, una simple curiosidad. Sin embargo, ilustra los peligros a los que nos enfrentamos en este nuevo mundo del Internet de las cosas en el que nos vamos internando de manera lenta pero constante.

IOT (Internet de las cosas por sus siglas en inglés) básicamente significa que los objetos están conectados entre sí e intercambian datos a través de la red. Si los dispositivos no cuentan con las medidas apropiadas, esto puede producir una brecha de seguridad como la que permitió a unos hackers acceder a una base de datos de jugadores de juegos de azar a través de un termómetro situado en el acuario del vestíbulo de un casino.

Según explicó Nicole Eagan, directora ejecutiva de Darktrace, durante un evento en Londres, los delincuentes se aprovecharon de la vulnerabilidad del termostato conectado en un casino del cual no se divulgó el nombre: «Los atacantes lo usaron para entrar en la red. Entonces encontraron la base de datos de los peces gordos y la sacaron de la red, sacaron el termostato y subieron [los datos] a la nube».

Cada vez hay más dispositivos diferentes conectados a la red. Como señaló Eagan «desde termostatos, sistemas de refrigeración y sistemas de aire acondicionado, hasta personas que llevan sus dispositivos Alexa a las oficinas». Y esto significa que se abren muchos más caminos a través de los que atacar y «la mayoría de estos no están cubiertos por las defensas tradicionales».

Por ejemplo, recientemente investigadores israelíes probaron algunos dispositivos domésticos inteligentes que afirmaban estar listos para usar sin necesidad de configurarlos y descubrieron que podían acceder a la mayoría de ellos simplemente usando contraseñas predeterminadas de fábrica. Además, en algunas aplicaciones para celulares diseñadas para monitorizar electrodomésticos se han encontrado graves fallas de seguridad.

Ante un panorama como este, según dijo Robert Hannigan, ex jefe de la agencia de espionaje digital del gobierno británico, probablemente sea necesario que se aplique una supervisión gubernamental más intensa: «Es probable que sea un área en la que sea necesario regular los estándares mínimos de seguridad porque el mercado no se va a corregir por sí solo. El problema es que estos dispositivos aún funcionan. La pecera o la cámara del circuito cerrado de televisión siguen funcionando».

Entre el IOT y el auge de la inteligencia artificial, la «pesadilla» más recurrente (y sobre la que todos hacemos bromas) es que nuestros electrodomésticos terminen atacándonos. Pero aterrizando ya en la realidad, lo cierto es que el problema es más grave de lo que parece. Al ir apareciendo de manera constante aparatos IOT no regulados y cuya seguridad es, como poco, incierta, estamos prácticamente abriendo generosamente el paso a los delincuentes dentro de nuestra casa.

Va siendo hora de que se busque de manera activa una solución, tanto a nivel mundial como a nivel local, en cada país. Mientras tanto, ten cuidado con lo que compras y conectas en tu casa y toma tú tus propias medidas de seguridad. Porque, como señala Hannigan, «Con la Internet de las cosas, que producen miles de dispositivos nuevos introducidos en Internet en los próximos años, esto va a ser un problema cada vez mayor. Vi un banco que había sido hackeado a través de sus cámaras de CCTV porque estos dispositivos se compran a precio de coste».