«Torres más grandes han caído» se suele decir a la hora de afirmar que no importa lo grande que pueda haber sido una empresa, siempre es susceptible de venirse abajo y desaparecer. Y ese es el camino que parece estar siguiendo la compañía japonesa de tecnología Toshiba en los últimos tiempos. Un camino que podría llevarla a desaparecer.

Desde hace un tiempo, las acciones de Toshiba no iban bien. Pero ha sido desde febrero que estas cayeron en picado para luego remontar de manera irregular e insuficiente. La razón: el área de negocio nuclear, en donde operan con Westinghouse Electric Company. Toshiba declaró Westinghouse en bancarrota en Estados Unidos el mes pasado, lo que ya le ocasionó un perjuicio. Pero a principios de abril, hicieron un movimiento que los desestabilizó aún más.

La empresa decidió, en un giro completamente inusual, informar acerca de las ganancias del tercer trimestre sin recibir antes la aprobación de sus auditores. En ese informe, Toshiba dijo que las pérdidas en que incurrió el año pasado dejaron a la compañía con un patrimonio negativo de 2.100 millones de dólares (225.600 millones de yenes) a fines de diciembre, poniendo en peligro su cotización en la Bolsa de Tokio. Esas pérdidas provienen principalmente de los excesos de costos en proyectos nucleares.

Actualmente, Toshiba está vendiendo parte de sus activos en un esfuerzo por lograr cuadrar sus cuentas. Sin embargo, cuatro contadores de la auditora que trabaja con ellos presentaron una revisión independiente de los resultados de la compañía en el que se enfatizaron los riesgos que existen de cara al futuro. Citaron especialmente la incertidumbre derivada de las pérdidas en la unidad de Westinghouse responsable de los proyectos atómicos y el incumplimiento de convenios sobre 284 mil millones de yenes en préstamos.

Aparte de esto, Toshiba tiene otro problema, y uno grave: en diciembre, la bolsa de Tokyo  mantuvo a la empresa en una lista de alerta en la que ya había sido incluida debido a haber exagerado sus ganancias desde 2008 hasta 2014, lo cual tampoco fue precisamente algo que les viniese bien. En marzo, la compañía japonesa envió un informe detallando los planes que tienen para mejorar los controles internos. Si estos se consideran insuficientes, la empresa podría ser excluida de bolsa.

El camino que tiene Toshiba por delante es bastante largo, pues aunque sortee estos obstáculos más o menos inmediatos, en el caso de que no logren revertir la situación en la que se encuentran durante este año fiscal, tendría que enfrentar un descenso de categoría en bolsa que, tras dos años seguidos, también significaría la expulsión.

Desde luego, se trata de una situación no solo dramática sino hasta humillante para una empresa realmente histórica. Toshiba, nacida en 1875, ha desempeñado un papel central en el desarrollo de la economía japonesa. Fueron ellos quienes hicieron los primeros tubos de rayos X del país y sus primeras lavadoras eléctricas y aspiradoras. Después de la Segunda Guerra Mundial, Toshiba se diversificó en electrónica y computadoras, expandiéndose en más de 600 negocios.

Su inmersión en el negocio nuclear y los errores que han cometido en él demuestra que ninguna empresa, sin importar lo longeva que sea, está libre de cometer fallos tremendos que le lleven a una situación tan complicada como esta. En verdad, si no consiguen remontar hasta un grado que les permita por lo menos sobrevivir, será una lástima ver como desaparece una marca tan significativa no solo en Japón, sino también en occidente donde se la ha solido considerar como un fabricante de buenos y resistentes equipos.