Un lugar común a la hora de definir la época que nos ha tocado vivir es que se trata de una época de cambios veloces a todos los niveles, pero especialmente en el aspecto tecnológico. Pero, ¿es esto cierto o se trata tan solo de una impresión subjetiva, impulsada por la velocidad en que ahora se transmite la información?

Si echamos un vistazo a los datos, lo cierto es que se trata de una apreciación real. El tiempo que ha necesitado cada nuevo producto o tecnología para alcanzar el significativo número de 50 millones de usuarios se ha ido reduciendo con el transcurrir de los años, como podemos ver en la siguiente tabla que indica cuántos le ha tomado a diversos inventos que hoy usamos todos los días llegar a esa cifra de personas:

  • Aerolineas: 68 años
  • Automóvil: 62 años
  • Teléfono (convencional): entre 50 años y 75 años
  • Electricidad: 46 años
  • Tarjeta de crédito: 28 años
  • Televisión: 22 años
  • Cajero automático: 18 años
  • Computadora: 14 años
  • Teléfono celular: 12 años
  • Internet: 7 años
  • IPod: 4 años
  • YouTube: 4 años
  • Facebook: 3 años
  • Twitter: 2 años

Como podemos apreciar, el progreso tecnológico conlleva en sí mismo una aceleración. La difusión de algunos inventos estuvo condicionada por factores como infraestructura física y desarrollo de otros sistemas (por ejemplo, el teléfono, la electricidad o, ya puestos, incluso el automóvil), lo cual hizo que incrementar su alcance requiriese de un tiempo mayor.

Sin embargo, estando ya metidos de cabeza en la era de la información, al encontrarnos en un mundo más pequeño (otro lugar tan común como cierto) y al hacer un uso intensivo de productos digitales, el tiempo necesario para la «viralización» de cualquier cosa es cada vez menor. Es más: ahora la clave no está quizá en conseguir llegar a mucha gente en poco tiempo, sino en conseguir permanecer entre ellos.

Si no, que se lo digan a 2 juegos que se hicieron tremendamente populares en menos de 2 meses: Angry Birds, que tardó 35 días en contar con los 50 millones de usuarios, y Pokémon Go, que fue más rápido todavía y que lo logró tan solo en 19 días.

Pero, dejando de lado a los fieles que todavía conservan, ¿dónde han quedado estos juegos? Ni siquiera han logrado asentarse firmemente en la cultura popular (aunque Pokémon en general lo ha logrado, es un caso distinto pues es una franquicia con un recorrido más largo). Al final, han terminado relegados a un lugar fuera de los focos que en su día apuntaron a ellos.

Por lo tanto, efectivamente vivimos en tiempos muy veloces pero, al mismo tiempo, muy engañosos. El factor distintivo es lo efímero que es todo, la poca duración que tiene en contraposición con el alcance que se logra en cada vez menos tiempo. Sin embargo, esto es algo que forma parte de la naturaleza del mundo digital en el que habitamos y lo cierto es que tenemos que acostumbrarnos a vivir con ello.