Al ritmo en el que estamos generando información hoy en día, está claro que uno de los problemas que se avizoran en el futuro es la capacidad de almacenamiento. Y no hablamos de almacenamiento local, que también, sino más bien de datacenters que dan forma a la «nube» que todos conocemos y usamos a diario. De ahí la importancia de conseguir soportes fiables que ocupen menos espacio y ofrezcan más capacidad.

Investigadores de la Universidad Tecnológica de Delft, una de las más importantes de los Países Bajos, han desarrollado lo que podríamos denominar como un «disco duro atómico»: un dispositivo de almacenamiento reescribible capaz de almacenar información a escala atómica.

Dicho así, nos quedamos un poco igual que antes, ¿verdad? Al menos, hasta que sabemos su significado en cifras, pues este dispositivo es capaz de guardar hasta 500 terabits por pulgada cuadrada. Esto es 500 veces más que lo que se había conseguido hasta el momento con lo último en tecnología y permitiría guardar todos los libros escritos por toda la humanidad a lo largo de su existencia en un espacio similar al de un sello de correos.

Para obtener esto, el equipo encabezado por el investigador Sander Otte colocó átomos de cloro en una superficie de cristales de cobre consiguiendo una rejilla compuesta por cuadrados perfectos. Cuando en esta rejilla falta un átomo, queda un hueco en su lugar, lo cual se corresponde con la base de cualquier sistema digital: la conmutación binaria.

Usando una aguja muy afilada y un microscopio de alta definición, han sido capaces de mover átomos uno a uno, lo cual nos termina derivando en un sistema para almacenar información que permite obtener una densidad de almacenamiento gigantesca.

A pesar de este enorme éxito, el sistema no está exento de problemas. Por un lado, está el asunto de la velocidad de lectura y escritura, la cual es muy lenta por el momento como para que el sistema sea realmente práctico. Y luego está lo de la temperatura, pues este dispositivo, en su estado actual de desarrollo, solo puede funcionar en temperaturas de -196 ºC dentro de cápsulas de vacío.

Por el momento, está claro que no se trata de un sistema que vaya a estar disponible mañana mismo, y menos dentro de nuestras casas, pero es un paso hacia delante dentro del área de la nanotecnología que nos ofrece un vistazo a las enormes posibilidades que hay dentro de ese campo. Quién sabe, tal vez tardemos menos de lo que pensamos en ver datacenters que utilicen tecnologías similares, pues dado los beneficios que ofrece, no se tardarán en encontrar soluciones viables a los problemas con que cuenta.