Muchos de los emprendimientos ecuatorianos que existen hoy en día están tratando de aportar soluciones enfocadas en el mercado local. Y aunque tienen planes y proyecciones de expansión, los cuales confiamos en que se terminarán llevando a cabo, lo cierto es que muy pocos están realizando actividades comerciales en el exterior.

Shippify es uno de esos pocos. Se trata de un servicio que podríamos definir como el Uber de la logística de transporte para empresas, conectando compañías de todo tamaño con personas que puedan realizar las entregas de sus productos. En Ecuador, por el momento solo están activos en Guayaquil. Pero fuera de nuestras fronteras, desarrollan actividades con mucha intensidad en Brasil y Chile.

Para conocer más acerca de esta empresa, conversamos con Luís Loaiza, uno de sus fundadores. Con él conversamos tanto acerca del servicio como sobre el concepto de la economía compartida y el estado del emprendimiento en el país.

Qué es Shippify

Como hemos dicho, la mejor forma de definir a Shippify es comparándolo con Uber. Pero si Uber lo que hace es conectar personas que necesitan movilizarse hasta un punto de la ciudad con personas que pueden llevarlos en su auto, Shippify conecta empresas que necesitan realizar, principalmente, entregas de compras a domicilio con personas capaces de realizar dichas entregas. Y de la misma forma que Uber tiene el potencial de afectar al sector tradicional del transporte de personas, Shippify tiene el de afectar al sector de la mensajería.

Shippify se define a sí misma como una compañía de tecnología, no un courrier. Ellos no tienen una flota propia de transporte, sino que cuentan con una comunidad de usuarios verificados, a los que denominan shippers, que están en la capacidad de realizar entregas.

Todo el proceso se realiza de forma digital. Por medio de una aplicación, que está disponible para Android y iOS, los shippers se conectan cuando tienen disponibilidad para realizar entregas. Cuando haya un encargo cerca, reciben una notificación y ellos deciden si lo aceptan o no.

Cómo una empresa puede usar Shippify

Para hacer uso del servicio que ofrece Shippify, cualquier empresa debe contactarse con ellos por vía digital, ya sea a través de su sitio web, de su página en Facebook o incluso de su cuenta de Twitter. Entonces, desde Shippify les harán llegar un formulario que deberán rellenar. La información que deben proporcionar les permite a Shippify, como nos explica Luís, «establecer una primera oferta comercial, porque hoy en día nuestras ofertas son dinámicas y dependen del volumen y de las zonas de entrega. Esto nos permite darte mejores tarifas o darte las tarifas de ciudad. Tenemos las tarifas de ciudad, que son las estándar para cualquier compañía, y hay tarifas especiales que negociamos con compañías grandes, que tienen alto volumen. Si hay una compañía que va a hacer que existan más de 100 o 200 repartos diarios, de pronto hacemos una negociación distinta».

Una vez cerrado el acuerdo, la empresa recibirá acceso al dashboard de Shippify. Desde allí, si la empresa tiene un eCommerce, puede integrar la tecnología de Shippify por medio de una API, widgets o de otras opciones técnicas habituales. Así, desde su sitio web puede ofrecer a sus compradores la opción entrega en el mismo día de Shippify. Como es lógico, cada entrega tiene un tarifa que depende de la distancia, de la zona de reparto y del tamaño del producto, pero cada empresa puede decidir que hace con él: si lo subsidia o si lo traslada completamente al consumidor.

A pesar de la popularidad del crowdsourcing y del concepto de economía compartida, es bastante habitual que en algunas ciudades este tipo de servicios despierten dudas y recelos. Para atajar todo ello, Shippify ofrece una serie de garantías a las empresas y cuenta con varios mecanismos de control, tal y como nos explica Luís: «Nosotros entregamos sí o sí. La diferencia con los courriers tradicionales es que generalmente hacen la recogida de todos los paquetes en la bodega del cliente y los llevan a su bodega para consolidarlos. Nosotros hacemos la entrega de primeras: cogemos de la bodega del cliente y lo entregamos al consumidor final. Con eso, hacemos hasta tres intentos de entregar ese producto».

Las entregas no están exentas de riesgos, pero en Shippify responden ante la tienda del estado del producto en el caso de que se dañe o se pierda en tránsito: «tenemos un seguro que cubre su transporte». Por ello, siempre se verifica que esté listo y que sus características coinciden con lo que se indica en el sistema.

Cuando se realiza la entrega, también cuentan con varios mecanismos de comprobación, como fotos y firmas del cliente. Esta información se sube en tiempo real al sistema, con el cual la tienda puede hacer una integración para que puedan revisar todos esos datos sin problemas.

Además «hay una trazabilidad de todo el tema del transporte del producto» no explica Luís. «Tenemos un mecanismo de tracking en tiempo real que es totalmente distinto a lo existe con los courriers tradicionales incluso en Estados Unidos. Es el mismo tracking que implementó Uber o que tienen otras aplicaciones de transporte de personas, pero esta vez para productos». El receptor entra a una tracking page, que le llega por un email o un sms, y puede ver quien le está entregando, qué productos trae, de donde proceden, en que punto del trayecto se encuentra y cuánto se va a demorar en llegar.

Se podría decir que estos mecanismos son más que suficientes como para mantener un control de todo el proceso de entrega. Sin embargo, en Shippify continúan introduciendo más novedades para que sea más seguro y más efectivo. Una de ellas, que lanzan en febrero, es un chat para que el destinatario pueda comunicarse con quien realiza la entrega, algo que han estado probando desde hace cinco meses de manera interna.

Así nos lo explica Luís: «Lo que vamos a hacer ahora es que el consumidor tenga esa opción de decirle al transportista por un mensaje de voz «Oye, se que estás viniendo a dejar el paquete de productos que compré en Comandato, pero voy a salir a dejar unas cosas acá a media cuadra de mi casa, y regreso en 15 minutos, ¿será que me puedes esperar?». Esto reduce totalmente el riesgo de que no se encuentre la persona y el shipper se vaya, figurando esto como entrega no exitosa».

Aparte del beneficio que representa para el destinatario, el chat también aporta mucho a la empresa que hace uso de Shippify porque descentraliza la operación de soporte al cliente de parte de la tienda: «Cuando tu compras en una tienda online y no te llega el producto, no llamas al courrier: llamas a la tienda. Y eso le causa un coste de operación a la tienda. Entonces no solo estamos resolviendo el tema de logística, sino también el costo operacional de la tienda en línea al atender estos requerimientos».

Cómo convertirse en shipper

Como en todo modelo que toma como base la economía compartida, Shippify tan solo ejerce de intermediario. Ya hemos visto las ventajas que representa su uso para una de las partes, las empresas. Pero hay otra igual de importante: la comunidad que realiza las entregas, los shippers.

Para convertirse en shipper, lo que primero que debe hacer cualquier persona es descargar la aplicación en su dispositivo. Una vez hecho esto, recibirá un correo electrónico donde se le pedirán todos los datos que debe llenar el sistema de Shippify. Es en ese momento en que se inicia el proceso de verificación, donde será necesario registrar una serie de documentos.

«Nuestra comunidad es una comunidad verificada» explica Luís «y garantizamos a nuestros clientes, que son las compañías que entregan los productos con nosotros, que cada persona que hace la entrega está verificada, tanto su vehículo como datos personales importantes, como puede ser su record policial y documentos que lo identifiquen. Cuando sabemos que es una persona que no tiene ningún problema, pasa a hacer sus primeras entregas».

El proceso de verificación no es tan rápido como le gustaría en Shippify, aunque esto también es una señal del interés que despierta entre la gente vincularse a una propuesta de este tipo. En ciudades donde tienen una alta demanda de shippers, el proceso puede llegar a demorarse hasta dos semanas. Luís señala que la duración es irregular. Esas dos semanas es el tiempo máximo, pero puede ocurrir que se valide a un shipper en cuatro días: «Ya depende de que todo este en orden».

Y es que se trata de algo complejo. El proceso es manual precisamente por eso, aunque lo tienen parcialmente automatizado en lo que se refiere a la recepción de documentos: «cuando ya tienes todos tus documentos listos y no queda nada por subir, el sistema nos informa y entonces los revisamos y los vamos aprobando. Para eso tenemos un persona para cada ciudad, país, que está haciendo esa verificación».

Sin embargo, la demora está justificada, porque ser estrictos con el proceso de verificación es lo que ha hecho que, hasta ahora, no hayan tenido que lidiar con shippers conflictivos: «Nunca nos ha pasado nada. Ningún shipper ha robado, ningún shipper ha tenido un problema personal con nosotros y la calidad de servicio que damos ha sido por tener cuidado en esta verificación».

Impactando en el mercado laboral

Una de las características de la economía compartida es el impacto que tiene en el mercado laboral. Las nuevas opciones de crowdsourcing que van apareciendo se convierten en alternativas válidas para muchas personas para complementar sus ingresos o incluso para convertirse en su actividad principal. Y este aspecto, Shippify no es una excepción.

«En todos los países tenemos diferentes casos» nos cuenta Luís al centrarnos en este tema. «Hay varios tipos de Shippers. Hay personas que solo hacen entregas con Shippify y ese es su sustento diario, dependen básicamente de ellas. Hay personas aquí, en Ecuador, en Guayaquil, que solo trabajan para Shippify y viven de esto. Hay algunas que llegan a hacer hasta hacer 800 dólares en 15 días trabajando con nosotros. Y hay personas que lo hacen solo a mitad de tiempo y aún sigue siendo muy, muy interesante para ellos. Tenemos Shippers que son desde personas de escasos recursos hasta personas de clase alta. Por ejemplo, hay algunos que viven en una de las urbanizaciones más top de Guayaquil».

Tomando como base la experiencia de primera mano de Shippify, la opinión de Luís es que es muy posible que la economía compartida llegue a acabar con el trabajo informal: «Yo creo que lo ideal sería eso y creo que va a pasar. La economía compartida viene generando ya un gran impacto desde hace 3-5 años con AirBnb y otro tipo de productos que salieron en Estados Unidos. Hoy ya tienes Lyft y tienes Uber en EE.UU. Y en Latinoamérica tienes Uber, Cabify y Easy Taxi Go, que creo que también está haciendo algo con el tema de transportación informal».

Pero no es un cambio que se vaya a dar de la noche a la mañana: «Es una lucha constante con las políticas y leyes laborales. Es difícil ejecutar eso [proyectos de crowdsourcing] en países donde los gobiernos son muy cerrados a este nuevo concepto y donde hay gremios y hay todo tipo de intereses políticos. Es complicado».

Refiriéndose a Shippify en concreto, Luís considera que para ellos la situación no es tan problemática como para, por ejemplo, Uber. Pero sí preveé que, de continuar su ritmo de crecimiento, en algún momento van a tener problemas con los courriers tradicionales: «En Chile, ya hemos hecho a un lado a Chile Express: varios clientes ya solo usan Shippify. En Brasil, a correos del Brasil y Fedex, que antes hacía la logística de muchos eCommerce y tiendas. Acá tengo una clienta que ya dejó de usar Servientrega y usa solo Shippify porque ella entrega cajas de zapatos, que son zapatos muy caros, y prefiere mil veces usar Shippify porque la caja de zapatos le llega pulcra, sin ningún daño, algo que no le pasaba antes con Servientrega». Son cosas de calidad de servicio que la verdad Shippify logra sorprender a muchos.

Un camino largo para llegar a donde están

A la hora de hablar de los orígenes de Shippify, Luís Loaiza se extiende con mucho detalle acerca el proceso que lo terminó originando. Para él, todo lo que hizo anteriormente terminó derivando en este emprendimiento y por eso es fundamental explicarlo, aunque sea de forma resumida.

Y todo comienza, como suele ser habitual, por un sueño: ir a la meca de la tecnología, tal y como nos cuenta: «Miguel, que es mi socio, y yo empezamos hace mucho tiempo a emprender en tecnología. En realidad, yo empecé con una compañía de software y siempre tuvimos ese sueño de ir a Silicon Valley y levantar capital y desarrollar algo que realmente generase un gran impacto. El cuento es largo, pero terminamos en Startup Chile y fuimos uno de los primeros proyectos de Ecuador que ingresó a esta aceleradora regional; bueno, realmente global, porque venían emprendedores de todas partes. Y de ahí, hicimos la primera versión de un eCommerce que tenía inteligencia artificial. Luego de meses, fuimos a Silicon Valley y estuvimos tres meses trabajando allí con unas mentorías de una organización que hace un montón de productos innovadores».

Aunque en principio, la relación de un eCommerce con lo que ofrece actualmente Shippify pueda parecer tangencial, es ahí donde comienza la historia del producto. Porque fue aquel desarrollo el que les permitió darse cuenta de que en Chile, y también en general en Latinoamérica, había un gran problema en el tema de la logística: «Las personas hacían una compra por medio de nuestra página, pero existía un gran problema con los proveedores: ellos no sabían de logística. Sabían de crear su producto, productos artesanales en este caso. Además, vimos que en la región pasaba mucho que, para entregar un producto en la misma ciudad, los courriers tradicionales tardaban de 3 a 5 días».

Sin embargo, el otro elemento fundamental para la decisión de ir en otra dirección fue, sin duda, la mentalidad: «Nosotros eramos muy apasionados del tema de la economía compartida y el consumo colaborativo». Con un mindset, como dice Luís, basado en dichos temas, no tardó mucho en aparecer el concepto en el que se basaría Shippify. Su eCommerce tenía varios componentes de crowdsourcing, pero veían necesario que existiera una solución similar a PayPal para logística: «Que pudieras integrar en tu comercio electrónico y que resolviese la logística de tus productos. Entonces no existía una solución estándar en ese tiempo, ni siquiera en Estados Unidos».

Estuvieron desarrollando el producto de eCommerce durante año y medio. En ese tiempo, intentaron muchas cosas. Cuando se pusieron manos a la obra con lo que luego sería Shippify, ya habían pasado meses desde que fraguaron la idea de como resolver el tema de la logística. Se decidieron a ponerla en marcha al volver de un viaje a Estados Unidos en el que observaron que se aproximaba el momento en el que elementos tecnológicos se introducirían también en aquel campo con una fuerte presencia.

«Empezamos con la idea de que si existen taxistas que recorren la ciudad todos los días, porque no hacer que su capital muerto, ese baúl en su auto, sirva de algo. Pensamos en democratizar la logística interna de una ciudad y resolver uno de los problemas más complejos de cualquier courrier tradicional, inclusive de los más grandes, que es la logística de la última milla, esa donde ya entregas al usuario final. Esa parte sigue siendo muy complicada en la industria. Nuestra solución era usar los autos ya existentes en la ciudad. En este caso, la primera idea era taxis, por ejemplo, o motos trabajaban en una pizzeria y que tenían horas pico y tiempos muertos. La idea que usasen sus motos para transportar otras mercancías, otros productos que están cercanos a él. A partir de ahí, vimos como optimizar el proceso, como hacerlo más eficiente y así también aportar un poco de opciones de trabajo en cierta comunidad, en cierta ciudad».

Empezando con lo mínimo para validar la idea

Para cuando por fin desarrollaron la idea, no contaban con mucho dinero, ya habían agotado todos sus recursos: «Esto era como una idea final que estábamos teniendo para recuperarnos de todo lo que habíamos invertido». Habían ejecutado su idea de eCommerce pero no llegó a ser tan exitoso como creían y ya estaban casi perdiendo dinero. Pero ese dinero que perdían fue compensado con la experiencia adquirida, la cual les sirvió para dar los primeros pasos con Shippify:

Esa experiencia fue la que les indicó que el rumbo a seguir no era comenzar con el desarrollo de tecnología: «con el ecommerce habíamos hecho un monstruo de plataforma y al final fue muy difícil llevar esa innovación al mercado». Por lo tanto, decidieron comenzar de la manera más modesta posible: con tan solo una landing page para empezar a validar la idea.

Empezaron en Brasil, en Belo Horizonte. Ya habían hecho contactos en aquel país y habían ganado un premio de innovación en Sao Paulo un año atrás. Esto les facilitó que el gobierno de Minas Gerais, el estado del que es capital Belo Horizonte, les diese un capital de 15.000 dólares para empezar a ejecutar y montar Shippify en esa ciudad:

«Lo que hicimos fue montar este landing page donde ponías tu pedido; tu querías, no sé, ir a ver un documento, ir a ver algo a tu casa que se te había quedado. Y lo pusimos a disposición de la comunidad en ese momento». ¿Y cómo gestionaban los pedidos y las entregas si no pensaban desarrollar tecnología para ello? Por un grupo de Whatsapp que estaba compuesto por motociclistas y taxistas. Cuando llegaba un pedido, mandaban un mensaje al grupo pidiendo que alguien hiciese ese despacho. Tan simple como eso.

A veces, los procedimientos más simples, aunque sean muy laboriosos, son los más útiles. Aunque podrían haber desarrollado tecnología para gestionar todo aquello, como sucedió después, en aquel momento la prioridad era validar el producto, ver si tenía aceptación y si la solución planteada funcionaba. Y claro que funcionó.

Una vez validada la idea, llegó el momento, ahora sí, de desarrollar la tecnología necesaria, lo cual no les supuso ningún problema. A los tres meses, ya tenían las primeras aplicaciones, aunque no eran ningún prodigio de la técnica porque tenían muy pocos recursos. Y entonces llegó el momento de buscar inversionistas: «Fue muy complicado al principio. Cerrar la primera ronda nos tomó bastante tiempo, pero todo lo validamos con tracción: desde que empezamos a operar con las primeras empresas en Brasil, empezamos a generar tracción, empezamos a generar números de entregas diarios, mensuales y eso era una de las razones importantes para levantar capital, al menos el capital semilla que necesitábamos. Nos servía para mostrar que existía un modelo de negocio, que existía tracción, que existía semanalmente un crecimiento de más del 100% en número de entregas y que, obviamente, existía un equipo o una persona en tecnología que estaba ejecutando la visión adecuada».

Tras 6 meses en Belo Horizonte, decidieron explorar otros territorios y decidieron comenzar por Santiago de Chile, ya que venían de haber vivido tres año en Chile y conocían mucho el ecosistema. Desde entonces, la evolución ha sido constante. Gracias a su experiencia anterior, habían conocido gente de la que aprendieron mucho. Esto les permitió cometer los menos errores posibles y optimizar la adquisición de equipos y la ejecución. A día de hoy, llevan más de un año de operaciones y cuentan con una comunidad de cerca de 14.800 shippers en tres ciudades, con transportes que van desde bicicletas, motos y autos hasta camionetas y camiones.

En Ecuador, apenas llevan 5 meses de operaciones, pero «verdaderamente el crecimiento ha sido impresionante. Tenemos compañías como Comandato o Créditos Económicos que están empezando a operar con nosotros. Ha sido superinteresante y se viene mucho más en Ecuador y en otras partes. También en otros sitios estamos cerrando grandes contratos».

Hablemos de plata

Como casi todos los sistemas que recurren a la economía compartida, el modelo de negocio basa su rentabilidad en la comisión que Shippify obtiene de cada entrega que se lleva a cabo. Cada entrega tiene una tarifa, y de esta tarifa Shippify se lleva entre del 20% al 30%, dependiendo de cada caso. Del 80% al 70% restante, se lo lleva íntegro el shipper.

Aunque Shippify es un negocio de volumen, Luís nos confiesa que no es uno en el que esperas tener una ganancia de un millón de dólares en el primer año. Y es que existe cierto juego financiero que hay que gestionar adecuadamente «porque necesitas cobrar para empezar a pagar. Pero nosotros pagamos primero cada 15 días y probablemente las empresas nos pagan al mes. Entonces hay cierta inversión que tenemos que hacer en ciertas ciudades».

Y es que esa inversión es continua, constante: «cuantas más entregas hacemos, más inversión tenemos que hacer. Por eso hay muy poco en el tema de las ganancias, sobre todo viendo también que el negocio se está comportando con una curva de crecimiento exponencial». De ahí que no piensen ser rentables en este año, en 2017, pero sí les está yendo lo suficientemente bien como para conseguir llegar a un punto de equilibrio.

Pero aunque su modelo de negocio principal se encuentra en las comisiones, también cuentan con otros modelos o «revenue streams» basados en su tecnología, la cual alquilan a otras empresas que tienen su propia flota, de manera que pueden usar todo el tema de automatización de despacho, tecnología en tiempo real, comunicación y demás. «Estamos explorando un modelo de negocio SAS, Software As a Service, en donde ellos usan esta tecnología y nosotros les cobramos por el uso. Eso es otro modelo de negocio sin embargo no es el primordial».

Y luego está el tema de los impuestos y la legislación. Según nos dice Luís «Hoy la legislación no nos está afectando directamente, aunque sí tenemos que regular algunas cosas. Obviamente, nosotros tenemos que pagarles a los Shippers por estos servicios prestados, pero no hay una relación de dependencia porque realmente lo que nosotros hacemos es conectar a las compañías con estas personas que tienen tiempo libre para hacer las entregas». Por lo tanto, lo que hacen es que los shippers les facturen para no tener problemas con el asunto de la recaudación de impuestos.

De nuevo, y en este caso a la hora de introducirse en Ecuador, les fue útil la experiencia adquirida: «Ese tema de facturación y declaración de impuestos lo hemos vivido en Chile. Allí tenemos que pagar un montón de impuestos, yo creo que a estas alturas a Chile ya le devolvimos todo lo que el gobierno nos invirtió en un principio en Startup Chile».

Un crecimiento constante

Actualmente, Shippify ve como el registro de shippers crece un 30% cada mes. En cuanto a las entregas, también experimentan un crecimiento, pero en este caso es más variable ya que depende de cada mes. A veces, las entregas diarias crecen un 20% y en otras ocasiones, un 60%. Por ejemplo, en diciembre, como es lógico, se dispararon. Y en contraposición, enero es un mes más bien bajo.

Sin embargo, en cada ciudad en la que han desplegado actividades han continuado creciendo. En Belo Horizonte, que fue donde empezaron, hoy en día hacen de 300 a 500 entregas días. Después de la ciudad brasileña, la siguiente en cantidad de entregas es Santiago de Chile, que en los mejores días llega a las 300 entregas diarias.

«Nuestra métrica es importante verla como un negocio que está orientado a B2B [Business to Business]» nos aclara Luís. «Nosotros trabajamos con empresas. No es que haya una aplicación de consumidor donde te bajas la aplicación y pides algo, comida por ejemplo. Eso al principio era un experimento que estábamos haciendo pero nuestro enfoque es totalmente empresarial».

Ahora bien, ¿estos datos significan que se están cumpliendo los objetivos que ellos se fijaron como empresa? «En todo este tiempo, desde que empezamos las operaciones hace un año y medio,» responde Luís, «estamos en tres países, en ciudades importantes como Belo Horizonte, Guayaquil, Santiago de Chile, Sao Paulo y Río de Janeiro. Obviamente nuestra meta es muy ambiciosa, pero creo que está muy bien para todo este tiempo de operaciones. El nivel de escabilidad ha sido tremendo. Nos exigimos mucho como emprendedores y por eso para nosotros nunca es suficiente».

Y las perspectivas que tienen a futuro, más allá de su ambición, son bastante buenas, como refleja el experimento que realizaron en México: «Cuando estuvimos en el DF haciendo unas presentaciones allá el año pasado, hicimos un experimento y en dos semanas teníamos cerca de 50 entregas de una sola empresa. Y fue simplemente mi socio que fue allá, habló con dos o tres conductores de Uber y empezaron a hacer entregas. No pudimos seguir operando porque necesitábamos montar un equipo». De ahí que en febrero, empiecen a realizar en las primeras operaciones, ahora sí con un equipo adecuado, en México.

Lo que un emprendedor le dice a otro futuro emprendedor

Durante toda la entrevista, la palabra «experiencia» ha ido apareciendo de forma constante. Y es que para Luís, la experiencia adquirida ha sido una clave muy importante para el desarrollo de Shippify y, por supuesto, algo relevante a la hora de afrontar cualquier emprendimiento: «Cuando uno recién comienza, puede que cometa muchos errores porque no entiende todo el contexto de lo que pasa en el mundo. Especialmente cuando eres un emprendedor tecnológico en Ecuador. Si tu sueño es ser Mark Zuckerberg no es tan fácil. Ir a Silicon valley no es simplemente ir con un buen producto y tracción y que te den dinero. Yo pensaba así en el 2009, cuando empecé. Pero fui aprendiendo muchas cosas y creo que ese aprendizaje es muy importante para dejar de cometer errores, como insistir en cosas que no tienen sentido porque el mundo simplemente no se maneja así, al menos en el tema de levantar capital. No es solo tener el mejor producto y ser muy inteligente para ejecutarlo, sino también lograr armar un buen equipo y tener buenas relaciones a nivel global».

La perspectiva global es sustancial para Luís, aunque sin dejar de lado lo que ocurre alrededor: «Estar en la conversación global con otros emprendedores es también importante, porque para ejecutar este tipo de emprendimientos con una visión de escala global tienes que estar en la conversación global. A lo que me refiero con esta conversación global es a estar al tanto de lo que pasa en Colombia, en Perú, en Chile, en México y en otros países de la región y de otros continentes. Saber y empaparte de tu industria en todas partes. Y también tener esa ejecución local que es lo que te ayuda a entender que es lo que puede estar ocurriendo en mercados emergentes».

Para terminar la entrevista, y precisamente debido a esa experiencia que saca Luís a relucir de forma justificada en todo momento, decidimos pedirle que nos contase qué consejos le daría a alguien que quisiera emprender dentro del sector tecnológico. Y su respuesta fue tan larga como jugosa:

«Primero que tome bien la decisión porque no es fácil, especialmente en latinoamérica. Hoy es más fácil que hace 10 años, pero sí tiene sus complicaciones si lo quieres hacer de manera global. Si quieres hacer algo que realmente tenga esa ambición de ir a otros países y de ejecutarlo hay que pensarlo desde el día cero: cómo lo vas a hacer, cuáles son las herramientas que tienes a la mano, cuáles son las relaciones a tu alcance… y entender que necesitas ayuda de las personas que ya han logrado dar un paso hacia esa misión. Rodearte de las personas adecuadas es muy importante».

En este punto, Luís hace una distinción importante: «cuando hablamos de empresas tecnológicas, hay una gran diferencia entre lanzar una tienda online y hacer realmente tecnología. Para hacer una tienda online puedes conseguir una plataforma, tienes tu inventario y ya está. Pero hacer tecnología toma mucho tiempo. Toma una inversión de muchos años probablemente, AirBnb, Uber, todas estas compañías que teniendo el capital en estados unidos les tomó realmente dos o tres años generar el revenue adecuado para ser atractivos».

Para Luís, esta necesidad de tiempo para que un proyecto madure, choca con la mentalidad que se maneja en general en la región: «En Latinoamérica, esperar dos o tres años puede sonar a una locura cuando estamos acostumbrados a la gratificación instantánea; es decir abro una panadería y vendo pan en el día uno. En tecnología no pasa eso porque tienes que invertir mucho tiempo. Y eso lo dice mucha gente que ha creado empresas de tecnología: no vas a crear una empresa como Google de la noche a la mañana y esperar a que tus inversionistas quieran un retorno de inversión a los meses o al año. Es muy complicado y con ese mindset no lo vas a lograr».

Como señala, no se trata solamente del tiempo necesario para desarrollar el producto, darlo a conocer y generar tracción, sino que aquellas empresas que están haciendo un cambio de paradigma, que es algo a lo que aspiran muchos emprendedores, se enfrentan a obstáculos adicionales, siendo uno de los más importantes las políticas locales: «El politico no entiende, el gobierno nunca entiende el futuro de la tecnología. La tecnología va más rápido que la universidad, que el gobierno, que todo. Esto es muy rápido. A veces no están preparados. Y hay que estar consciente de eso».

Ya siendo más concretos, en Ecuador el contexto tampoco ayuda. De hecho, según Luís, el entorno favorable al emprendimiento tecnológico todavía necesita desarrollarse en toda la región: «no hay aún una firma de venture capital que confíe en este tema de tecnología. Apenas en Brasil tienes un par de firmas respetables, igual que en Argentina o en Chile, pero aún están comenzando y todavía tienen una cartera de empresas tecnológicas que están en desarrollo y no se sabe qué ocurrirá con ellas de aquí a cinco o diez años. Es bien complicado, pero lo importante es relacionarte con este tipo de ecosistemas. Aquí en Ecuador todavía nos falta, se esta empezando».

Otro problema que el emprendedor incipiente debe considerar es que «todas estas personas que están tratando de invertir en empresas locales no conocen el negocio de tecnología. El inversionista latinoamericano viene del negocio tradicional y pretende saberlo todo en tema de negocios. Pero el negocio de tecnología es completamente diferente: si tú no entiendes como funciona Snapchat o Instagram, ¿cómo pretendes invertir en tecnología?».

Sin embargo, a pesar de esta enumeración de inconvenientes, lo cierto es que Luís es positivo. «Se puede lograr impacto» concluye, y añade un consejo final «pero tienes que entender primero tu contexto regional y global, cómo tu solución puede solucionar muchos problemas que existen alrededor de otros países. Esto es muy importante».

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Aunque Shippify todavía tiene un largo camino por delante, su potencial es realmente enorme. Todos los pasos que han dado hasta el momento han servido para consolidar una empresa cargada de posibilidades para impactar en la sociedad y cambiar un modelo de negocio, o por lo menos cuestionarlo, a la manera de lo que lo han hecho algunas de las empresas citadas en la entrevista.

Desde Tekzup, esperamos que eso sea lo que consigan y les deseamos un futuro lleno de éxitos que se corresponda con esos grandes esfuerzos que están haciendo para sacar adelante un proyecto tan disruptor como es el suyo.

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