No hace mucho, se armó bastante polémica por la petición que hizo el FBI a Apple para que les ayudasen a desbloquear el iPhone 5C de un terrorista, y no sin razón. Sin embargo, en esta época en la que vivimos, puede que existan otros métodos para sortear las medidas de seguridad informáticas que, en principio, parezcan más rudimentarios pero que exigen su dosis de habilidad e imaginación y, sobre todo, que no necesita de la involucración de los fabricantes.

Eso es lo que ocurre en el caso que nos ocupa, pues la policía de Michigan, en EE. UU., ante la necesidad de desbloquear el celular de una víctima de asesinato, decidió probar un método que parece sacado de una película: hacer una reproducción en 3D de su dedo, incluyendo por supuesto, su huella dactilar.

Debido a que la policía ya contaba con un registro de las huellas de la víctima, pues había sido arrestado en otra ocasión, acudieron a Anil Jain, profesor de la universidad estatal de Michigan que trabaja en identificadores biométricos como programas de reconocimiento facial, al cual le solicitaron la impresión en 3D de un modelo de todos los dedos de la víctima con sus correspondientes huellas. ¿Y por qué de todos? Pues porque no tenían claro cuál habría usado para bloquear el celular. Lo más habitual es que se use el índice o el pulgar, pero parece que no decidieron arriesgarse y fueron a lo seguro.

Pero había otro problema: el sensor de huella de los teléfonos actuales no reacciona ante el plástico usado en la impresión 3D, así que se decidió cubrir los modelos con una ligera capa de partículas metálicas para dotarles de la misma conductividad con que cuenta la piel humana y que es uno de los factores que permite que sensor realice la identificación.

Y ahora vamos con la pregunta que todos se están haciendo: ¿ha funcionado?

Pues todavía no se sabe. Sunpreet Arora, estudiante de doctorado que colabora en este caso con el profesor Jain, está refinando la tecnología y cuando haya terminado de hacer pruebas, les entregará los dedos a la policía para que hagan los prueben, lo cual sucederá dentro de unas semanas.

Y aunque al final este método funcionase, existe algo más que hay que tener en cuenta: muchos celulares modernos exigen también la introducción de una contraseña si no se ha usado el desbloqueo dactilar después de 48 horas. Así que, ya que no se conoce el modelo de teléfono, podemos asumir que la policía sigue corriendo el riesgo de tener que enfrentarse ante una contraseña después de todos los esfuerzos que se están haciendo para replicar los dedos.

Debido a que se trata de una investigación en curso, no se conocen más detalles acerca del caso. Pero eso no impide que surjan preguntas tanto de carácter ético como de carácter legal. Que el propietario del teléfono haya muerto hace que las implicaciones legales sean diferentes, pero, de todas formas, de todo esto sobresale un interesante debate acerca de los límites de la privacidad y su relación con la tecnología. Un debate que ya hizo su aparición en la controversia entre Apple y el FBI y que, sin duda, volverá a repetirse cada vez con más frecuencia y que hará necesario que, como sociedad, lo enfrentemos y solucionemos de una forma que resulte satisfactoria para todas las partes involucradas.