Plutón es más que un pequeño gigante de hielo

Que Plutón pasase de ser un planeta normal a ser considerado como planeta enano hace unos años no significó que este cuerpo celeste dejase de ser objeto de estudio para la comunidad científica, ni mucho menos. De hecho, se ha continuado investigando acerca de él porque contiene algunos misterios desconcertantes. Pero uno de ellos, es posible que haya sido resuelto recientemente.

Fue en 2015 que la sonda New Horizons de la NASA llegó al punto más cercano a Plutón y, al hacerlo, se descubrió algo que dejó perplejos a los científicos: cerca del ecuador había gigantescas agujas de hielo de metano que podían alcanzar un tamaño tan alto como el de un rascacielos de Nueva York.

A partir de este descubrimiento, la pregunta que surgió a continuación es lógica: ¿por qué se formaron todas esas crestas en lugar formar grandes superficies de hielo en el suelo? Tras examinar varias hipótesis, parece que la respuesta se ha encontrado mirando hacia lo que ocurre en nuestro propio planeta.

En la Tierra, también contamos con versiones más pequeñas de estos bosques de hielo, por así llamarlos. A estas estructuras se les llama «penitentes» y sí, precisamente porque se asemejan a los penitentes de semana santa. Se forman a grandes alturas, en las cima de altas montañas cerca del ecuador de nuestro planeta. Allí, las condiciones son propicias para convertir la nieve en vapor de agua, un proceso que se conoce como sublimación y que termina por crear puntas de nieve duras y afiladas.

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Lo que creen los científicos de la NASA es que el mismo proceso ocurre en Plutón. Sin embargo, esto solo sería posible si el planeta enano hubiese sido más cálido en el pasado pues, de lo contrario, el hielo de metano no podría sublimarse. Por lo tanto, el fenómeno de estos penitentes plutonianos se consideran también como una prueba del complejo clima de nuestro vecino más alejado.

De esta forma, el clima de Plutón se revela como más dinámico de lo que ya se pensaba hasta ahora. Acerca de él se tenía constancia de que el planeta se enfriaba ligeramente, se calentaba y se enfriaba de nuevo durante millones de años.

Por lo tanto, ya no podemos considerar al pequeño de la familia del sistema solar como tan solo una simple bola de hielo. Es algo más. El qué, todavía está por definirse.

Imagen: European Southern Observatory (ESO)