En el instituto SETI han llegado a una conclusión: quizá se pueda acceder a cantidades considerables en agua en la Luna gracias a unos antiguos conductos de lava situados cerca del polo norte de nuestro satélite. Por ahora, tan solo es una posibilidad, pero bastante alentadora.

Se ha llegado a esta conclusión tras el análisis de los datos obtenidos por la sonda espacial Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA. En las imágenes, se ha localizado aberturas en la superficie que podrían ser algo así como «claraboyas» que conducen a enormes cavernas subterráneas que se formaron hace cientos de millones de años.

Se sabe que hay agua en Luna en forma de hielo y que este está enterrado en zonas permanentemente sombreadas en ambos polos. Sin embargo, el problema siempre ha sido que no se conocía ninguna cavidad grande que permita un acceso fácil al subsuelo polar para la extracción del agua. Al menos, hasta ahora.

Las aberturas o fosas localizadas tienen en torno a 30 metros de ancho y conducirían a cavernas consistentes en largos y sinuosos canales formados por los ríos de lava que fluyeron en su momento. Por el momento, solo son posibilidades en espera de confirmación, pero en el SETI creen que estas son muy elevadas.

Pascal Lee, que presentó el hallazgo en el Centro de Investigación Ames en California, dijo que «Las imágenes de la más alta resolución disponibles para el cráter de Philolaus Crater no permiten identificar las fosas como claraboyas de conductos de lava con una certeza del 100%, pero estamos viendo buenos candidatos considerando simultáneamente su tamaño, forma, condiciones de iluminación y ajuste geológico».

Todavía no se sabe si habrá hielo en estos conductos, aunque podría estar presente en grandes cantidades. Pero incluso si no lo está, gracias a las «claraboyas» se podría usar energía solar para alimentar maquinaria destinada a la exploración de las las cuevas subterráneas, lo que haría del área una buena ubicación para una base lunar a largo plazo. Esta exploración no solo proporcionaría una visión inestimable de cómo se formó la luna, sino que también serviría para allanar el camino de cara a futuras misiones lunares. Y, por supuesto, aportaría su grano de arena del gran destino espacial de este siglo: Marte.

Según explicó Lee, «explorar los canales de lava en la Luna también nos prepara para explorar los canales de lava de Marte. Allí nos enfrentaremos a la posibilidad de expandir nuestra búsqueda de vida en su subsuelo más profundo, donde podríamos encontrar ambientes más cálidos, húmedos y protegidos que en la superficie».