A finales de mayo pasado, la Unión Europea dio un paso adelante muy importante en lo que a la ciencia se refiere al apostar de manera decidida por el denominado «acceso abierto» a las publicaciones científicas, un objetivo que se ha planteado alcanzar de aquí hasta el 2020.

El acuerdo al que llegó el Consejo de Competitividad celebrado en Bruselas el 27 de mayo permitirá garantizar que las investigaciones realizadas dentro del territorio de la Unión estén disponibles para todo el mundo sin ningún tipo de restricción legal, técnica o financiera. Es decir que, entre otras cosas, los papers europeos estarían disponibles gratuitamente para todo el mundo que quisiese consultarlos.

Es importante señalar que esta decisión tendrá impacto en aquellas investigaciones realizadas con fondos públicos o en alianzas publico-privadas. Y aunque esto parezca una limitante, en realidad cubre un amplio espectro de artículos ya que es de estas investigaciones de las que provienen la mayoría de los textos científicos publicados anualmente. De todas formas, el objetivo final a la larga es conseguir que toda la ciencia, independientemente de su origen, esté disponible de forma gratuita.

Esto transformaría el largamente cuestionado modelo de suscripción de pago que es usado por la mayoría de publicaciones científicas. También socavaría la práctica común de distribuir informes bajo embargo (un método que permite a las publicaciones científicas favorecer a ciertos comunicadores de ciencia y miembros de los medios de comunicación en detrimento de otros).

Será un camino duro y no será sencillo, pero el compromiso existe

El Consejo de Competitividad estuvo formado por los ministros de Industria, Competitividad e Investigación de los países que conforman la Unión Europea y la decisión se tomó de forma unánime. Ahora bien, esto tan solo es un primer paso en la dirección del acceso abierto, pues será luego cada país el que deberá realizar las acciones concretas que sean pertinentes para conseguir el objetivo fijado, lo cual también hace que algunos vean con cierto escepticismo los resultados que se puedan lograr a lo largo de estos cuatro años que quedan por delante. Y es que esto no es una ley, sino solo una orientación política para los países miembros.

El plazo fijado también se puede considerar como un poco ajustado. Por ejemplo, si nos fijamos en el caso de Holanda, un país que destacaba por ser uno de los más acérrimos defensores del acceso abierto en Europa, tenía hasta hace muy poco como fecha límite el año 2024 para alcanzar el acceso abierto a sus trabajos científicos.

A pesar de esto, Sander Dekker, Secretario de Educación, Cultura y Ciencia de Holanda bajo cuya presidencia se celebró el Consejo, se muestra optimista con el resultado obtenido: «El momento de hablar sobre acceso abierto ha pasado. Con estos acuerdos, lo vamos a poner en práctica».

Aunque no lo parezca, el hecho de que la decisión haya sido tomada en consenso es ya por sí mismo un logro. Muchos de los funcionarios que hicieron declaraciones posteriormente afirmaron tener claro que es un camino que va a costar mucho trabajo recorrer, pero que hay un firme compromiso con la tarea.

Dada la situación actual a nivel económico y comunicacional de la ciencia, esto representa una ayuda importante para la misma. En caso de cumplirse la meta establecida, millones de personas literalmente podrán tener acceso libre al conocimiento e información producida por expertos en física, matemáticas, ingeniería, biología o astronomía, solo por citar algunas disciplinas. Esto conseguiría que la ciencia en general sea accesible a personas de formas que las generaciones anteriores tan solo podían soñar.