¿Están los wearables muertos?

wearables-muertos-portada

Hace unos años, se suponía que los wearables iban a ser la siguiente revolución. Y por wearables nos estamos refiriendo a prendas de vestir y complementos que incorporaban tecnología que los convertían en, como se dice comunmente, inteligentes. Iban a ser, como dicen en Business Insider, «the next big thing». En la publicación, establecen que cuando se dijo que se iba a producir un boom de este tipo de productos fue hace 3 años. Y hasta ahora, nada.

Como boom, se entiende que iban a ser los productos que terminasen reemplazando a los teléfonos, o al menos desplazándolos. Se pensaba que se convertirían en la siguiente plataforma sobre las que se desarrollarían nuevas aplicaciones e incluso redes sociales, o por lo menos se adaptarían a ella. Pero nada de eso ha sucedido.

Lo que ha ocurrido ha sido precisamente lo contrario. El mercado para este tipo de dispositivos se ha mostrado muy volátil. Ejemplos no faltan: uno de sus buques insignias, Pebble, que supo aprovechar en su momento el interés que despertaban los relojes inteligentes, terminó siendo vendido a FitBit por una miseria para lo que se esperaba de él. Ya no habrá más productos suyos y el soporte para los existentes finalizará dentro de poco.

Otro ejemplo: la versión de Android específica para wearables, Android Wear, vio como su siguiente versión fue retrasada por Google hasta este año respecto a lo que estaba planeado, al tiempo que se abandonaron los planes por parte de algunos fabricantes de hacer nuevos relojes Android. Hasta Motorola pospuso los suyos de manera indefinida. Y no nos olvidemos del único grande que continúa jugando en este terreno, Apple. Por lo que estiman algunos analistas, su Apple Watch podría no estar funcionando también como en Cupertino dicen.

Estando las cosas como están, tal vez sea hora de preguntarse que ha pasado. Según Steve Kovach, autor del artículo en Business Insider al que nos referimos, los dispositivos brindados por la industria tecnológica o no cumplieron con las promesas que hicieron o fallaron a la hora de atraer a la gente suficiente como para convertirse en éxitos masivos. Tal y como lo ve él, en el mejor de los casos han terminado como productos de nicho para profesionales del fitness o geeks a los que les gusta recibir correos electrónicos en su muñeca.

Para Kovach, existían señales de todo esto desde el principio. Señala que Pebble tuvo un arranque impresionante en Kickstarter pero que nunca llegó a vender lo suficiente como para llegar al público en general, superando el millón de unidades solo después de dos años. Respecto a otros actores, indica que Apple nunca pudo explicar de la manera adecuada porque había hecho un reloj inteligente, pivotando con su nuevo modelo en la dirección del fitness, que es donde parece tener una mayor utilidad. Como no, también menciona a Fitbit, de quien dice que ha sido una montaña rusa repleta de éxitos menores y grandes decepciones. Kovach finaliza con una frase demoledora: «No existe un mercado de los relojes inteligentes. Existen Apple y Fitbit».

Mirándolo de esa manera, lo cierto es que es difícil rebatir al autor. Los relojes inteligentes no han visto un auge similar al de los teléfonos inteligentes, que es lo que podríamos considerar como la última revolución paradigmática. Ni siquiera las tablets consiguieron generar tanto interés entre el público no tecnológico, aunque sí es cierto que tuvieron una mayor aceptación que los relojes.

¿Significa que los wearables están muertos? Yo no sería tan drástico. Todavía nos queda mucho por ver en este segmento, aunque reconozco que esto tiene mucho de pensamiento desiderativo. Creo que integrar la tecnología con otros objetos de uso diario nos puede traer muchos beneficios, y espero que se continúen desarrollando nuevas innovaciones. Sin embargo, que esos beneficios sean lo suficientemente evidentes para que sean aceptados por la gran mayoría de los usuarios es una cosa completamente diferente. Mientras que el celular inteligente cubre un alto rango de necesidades gracias a su potencia, la potencia inevitablemente menor de otros dispositivos juega en contra de esa aceptación.

¿El escenario más probable? Que, como dice Kovach, los wearables terminen siendo productos de nicho. Para la gran mayoría de gente, el celular les da todo lo que necesitan. No tienen por qué hacerse con otro aparatito, cuyo precio además suele ser prohibitivo.