Hay ocasiones en las que poner trabas solo sirve para espolear más al obstaculizado. Esto, que dicho así tiene un cierto aire a manual de autoayuda, ha sido exactamente lo que le ha permitido a China crear el supercomputador más poderoso del mundo. Al menos el de este año, que ya sabemos lo rápidas que van estas cosas. Al hacerlo, de paso ha puesto en cuestión a Estados Unidos como cabeza de la innovación tecnológica mundial. Por supuesto, hace falta algo más que eso que destronar al rey, pero es un paso importante para conseguirlo. O por lo menos, para ponerlo en un brete.

Dicho todo esto, ¿qué es lo que ha conseguido exactamente China? Pues coronarse en el número uno de la última edición del Top500 world computers, una clasificación bianual de supercomputadores, con una máquina cuyos procesadores son totalmente de creación propia: la Sunway TaihuLight, una supercomputadora capaz de hacer miles de billones de cálculos por segundo. Con ella, han conseguido superar la capacidad de procesamiento de los equipos estadounidenses.

En principio, no suena extraño que los chinos hayan creado sus propios procesadores. Al fin y al cabo, parece normal que lo haga si cuenta con la capacidad suficiente como para hacerlo. Pero aquí el hecho importante es que tal vez no lo hubiesen conseguido de no ser por la ayuda involuntaria de Estados Unidos en forma de motivación.

Hace algo más de un año, el gobierno de Estados Unidos prohibió a Intel exportar sus poderosos procesadores Xeon a ciertos fabricantes chinos de supercomputadoras. La razón fue que, de acuerdo con el gobierno, China estaba empleando el Tianhe-2, un supercomputador que usaba dichos procesadores, para realizar simulaciones nucleares. Por lo tanto, al no contar con ellos, se suponía que no podrían realizar simulaciones más avanzadas, con todo lo que eso implica.

Pero quedarse sin esos procesadores no detuvo a los chinos, sino que sirvió de motivación para crear los suyos propios. Bueno, tampoco es que los creasen de la nada: ya estaba en marcha una investigación en ese sentido. Pero la prohibición estadounidense contribuyó a que intensificasen sus esfuerzos, consiguiendo que sus progresos se acelerasen hasta conseguir, en un tiempo menor de lo que se sospechaba, incrementar su potencia de cálculo drásticamente. Y sobre todo, mucho más de lo esperado.

De esta manera, ya no es solo que hayan logrado sortear las dificultades que les pusieron desde EE. UU., sino que además han conseguido auparse al primer puesto mundial en el área de la supercomputación, amenazando la hegemonía tecnológica del país norteamericano. Que esto se mantenga así es algo que todavía está por verse, pero que la carrera de la tecnología se ha puesto de pronto un poco más interesante es un hecho cierto. Y no lo vamos a negar: tal vez también toma unos tintes un poco inquietantes.