A la hora de adquirir un nuevo computador, nada como hacérselo uno mismo, al menos si tienes los conocimientos necesarios para ello. Sí, existen excelentes modelos de marcas muy reconocidas y confiables, pero si tú te encargas de armarlo, podrás hacerlo cubriendo tus necesidades específicas de una manera tan concreta que ninguna marca podría conseguir.

Uno de los componentes principales en que debemos pensar a la hora de seleccionarlos para el que será nuestro nuevo PC es la placa madre. Por ello, vamos a dar un pequeño repaso a las cosas que debemos tener en cuenta a la hora elegir la placa para nuestro equipo tomando como referencia este completo artículo publicado en Xataka.

¿Qué tan grande queremos que sea nuestra compu?

Lo primero que debemos considerar es cuál es el tamaño que tenemos pensado para nuestro nuevo PC. Si no hemos pensado en nada concreto, seguramente terminaremos recurriendo al formato ATX, que tiene unas dimensiones de 30,5 x 24,4 centímetros. Pero si lo que tenemos en mente es algo de un tamaño menor a lo habitual, podemos recurrir a una Micro ATX, que no son rectangulares sino cuadradas, con unas medidas de 24,4 x 24,4 centímetros. O incluso podemos irnos a las Mini ITX, que miden un máximo de 17 x 17 centímetros y que son las que se suelen usar para clientes livianos.

Algo que hay que tener en cuenta es que el tamaño también determinará el número de componentes adicionales que podamos añadir. Por ejemplo, las placas más pequeñas cuentan con menos ranuras de expansión, por lo que podremos hacer crecer nuestro equipo hasta un punto más limitado que si usamos una placa más grande. Pero con esto está relacionado el apartado siguiente.

Imagen: Vía Gallery

Cuidado con los límites

La ventaja de armar un computador de escritorio (o de comprar uno hecho que no sea un modelo compacto) es que más tarde podemos ampliarlo y actualizarlo por un bajo precio y sin mucha dificultad. Por lo tanto, ya que estamos en ello, debemos pensar en cuáles podrán ser nuestras necesidades futuras y qué límites estamos dispuestos a alcanzar antes de renovar el equipo por completo.

Es en dos partes principalmente en las que nos tenemos que fijar en este punto: la RAM y los puertos disponibles para expansiones, ya sean en cuanto a almacenamiento como a tarjetas especializadas, como tarjetas de vídeo o sonido.

En cuanto a la RAM, debemos considerar cuánta queremos tener ahora (que por querer RAM, siempre queremos cuanta más, mejor) y hasta cuánto podríamos pensar en ampliar a futuro. A partir de ahí, deberemos fijarnos en cuanta RAM soporta la placa madre y con cuantas ranuras o slots cuenta.

En cuanto a los puertos, deberás fijarte en los SATA o M.2 que tenga disponibles de cara a los dispositivos de almacenamiento que quieras conectar en el interior. Y lo mismo respecto a los puertos de expansión para las tarjetas. ¡Ah! Y algo que nunca está de más: fijarse en el número de puertos USB. Hoy en día, la mayoría de periféricos se conectan por medio del USB y es fácil quedarnos cortos.

Por lo tanto, hay que pensar en cuál es el destino del equipo y cuál será su futuro. No es lo mismo pensar en un computador de escritorio para el trabajo diario que en uno que estará pensado para ejercer de media center o que otro cuyo uso principal sea el juego. Siempre que sea posible, lo mejor es pensar a futuro. Especialmente, si hablamos de trabajo o juego. En ambos terrenos, lo mejor es partir de un equipo con una placa base que permita la expansión más amplia posible (dentro de nuestro presupuesto).

No pierdas de vista la compatibilidad

Las especificaciones de una placa madre pueden resultar muy complejas, especialmente para alguien sin mucha experiencia. Por ello conviene fijarse muy bien en la compatibilidad que ofrecen con los diferentes estándares existentes para almacenamiento, RAM, gráficas, etc.

Es muy fácil decir que hay que procurar hacerse con el modelo de placa que ofrezca una mayor compatibilidad, pero lo cierto es que esas placas madre son precisamente las más caras, con lo que el presupuesto puede irse tan solo en ellas. Por lo tanto, hay que fijarse con qué estándares es compatible la placa que vayamos a elegir para que, además, no tengamos problemas a la hora de adquirir el resto de componentes para nuestro equipo.

Fíjate en el chipset

El chipset viene a ser algo así como el corazón de la placa madre y hay que tener en cuenta que los fabricantes de procesadores, sobre todo Intel y AMD, incorporan en sus productos características específicas que sólo pueden aprovecharse con determinados chipsets. Por lo tanto, en este punto se podría repetir más o menos lo mismo que en el anterior, y que en el otro, ya puestos: depende de cuáles sean nuestras necesidades y el propósito del equipo.

Tener en cuenta esto nos permitirá hacer una mejor elección de la placa madre y ajustar nuestro presupuesto mejor. A menos que este no tenga límite, siempre es mejor pensar en una máquina que se adapte al uso que tengamos pensado darle para poder abaratar costes que, de otra manera, se dispararían al contar con características a las que nunca terminaremos dándole uso.

Como referencia, desde Xataka recomiendan esta comparativa que sirve para hacerse una idea de las posibilidades de cada chipset y ver cuál es el más adecuado para nosotros. Si ese mismo artículo no nos vale, lo mejor es invertir un poco de tiempo en Google para encontrar otras comparativas antes de hacer una elección que resulte inadecuada.

Date tiempo para encontrar la placa adecuada

Teniendo en cuenta estos elementos que acabamos de decir, será fácil que des con la placa madre (o tarjeta madre, o motherboard o… que anda que será por nombres que usamos para el mismo componente) que te servirá como base para construir tu nuevo equipo.

Recuerda sobre todo que elegir una placa madre no debe ser una decisión que te tomes a la ligera. Date tiempo para buscar el modelo idóneo para tus necesidades y trata de fijarte si, a la hora de ajustar costes, te estás ahorrando por una parte tan solo para luego tener que gastar de más por otra. Asegúrate también a la hora de hacer tu elección de que hay en el mercado y accesibles para ti el resto de componentes que sean compatibles con la placa elegida. Teniendo en cuenta todas estas cosas, seguro que terminarás seleccionando la más adecuada para ti y aquella a la que le vas a sacar un mayor partido.