La nave del protagonista ha aterrizado en un extraño planeta. Nuestro héroe sale a explorar la superficie y termina dando con un lago de tranquila superficie. De pronto, resbala y cae en él, hundiéndose en las profundidades oscuras. Cuando intenta subir, vemos como se dirigen a él varios peces negros como la tinta, de dientes similares a agujas, ojos como de cristal, un vientre brillante y una mandíbula que tiene aspecto de ser extensible.

Si vemos esto en la pantalla de un cine, no nos extrañaríamos, ¿verdad?. Incluso a ver a las amenazantes criaturas diríamos «Qué buen diseño de producción». Pues bien, resulta que este «diseño de producción» ha sido realizado por la propia madre naturaleza y que ese tiburón «alienígena» es nativo de nuestro propio planeta.

Se trata del conocido como tiburón víbora (Trigonognathus kabeyai). Recientemente, unos científicos se encontraron con 5 ejemplares mientras realizaban un estudio rutinario de peces frente a la costa de Taiwan. 4 de ellos murieron inmediatamente pero uno consiguió sobrevivir durante 24 horas hasta que también pereció.

Este inesperado encuentro resultó ser bastante llamativo porque los avistamientos de estas criaturas son extremadamente raros. Son tan raros que es muy poca la información que se tiene sobre estos peces, lo cual ha llevado a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) a incluirlos en la categoría de «data-deficient» (datos insuficientes). De hecho, ni siquiera es posible determinar si están o no en peligro de extinción.

Así es el tiburón víbora

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El tiburón víbora fue descubierto hasta 1986, cuando se pescaron dos ejemplares en aguas de Japón. El género de este pez fue bautizado como «Trigonognathus» debido a la peculiar forma triangular de sus mandíbulas, según se menciona en un estudio de 1990 publicado en Japanese Journal of Ichthyology. En cuanto al nombre de su especie, hace honor a Hiromichi Kabeya, el capitán del barco pesquero que dio con los dos escualiformes. A lo largo de los años, se han ido encontrando tiburones víbora en las costas de Hawai, Japón y Taiwan.

Se trata de una criatura más bien pequeña, al menos en comparación a los parientes de los que toma su nombre popular. Oscila entre los 17 y los 54 centímetros de tamaño y se le considera bentopelágico, lo que significa que normalmente se encuentra cerca del fondo o en las profundidades medias del océano. Según un estudio de 2003 aparecido en la revista Ichthyological Research, se alimenta de peces óseos y crustáceos.

Una de las cosas que intrigan a los científicos son los brillantes y puntiagudos dientes de esta especie. Otros tiburones tienen dientes que son «diseñados» para cortar y trocear, mientras que los del tiburón víbora son similares a los caninos: delgados y ampliamente espaciados.

Otra característica especial es que podría ser capaz de mover sus quijadas hacia delante mientras caza. Pero esto nunca se ha observado directamente, como se señala en el estudio de 2014 publicado en la revista PLOS ONE. En esa revista, se explica que «es probable que estas bizarras mandíbulas se proyecten rápidamente hacia delante para capturar presas esquivas, como es el caso del tiburón duende de aguas profundas (Mitsukurina owstoni), con el que comparte algunas similitudes».

También resultan llamativos los fotóforos u órganos productores de luz que se encuentran en la parte inferior del vientre y en la cabeza del tiburón. Esto lo emparentaría con la familia de los tiburones linterna como el «tiburón ninja» Etmopterus benchleyi y el Etmopterus lailae.

El resto de su piel está cubierta por resistentes escamas en forma de V, las cuales ayudan a los tiburones a nadar más rápido pues disminuyen la resistencia contra el agua. Pero, según la bióloga Brittany Finucci, estas no son la razón principal por la que logren esquivar las redes de pesca, sino que más bien lo consiguen gracias a su forma delgada y pequeña.

Como dijimos antes, falta mucho por conocer del tiburón víbora. Son muy pocos los estudios que existen sobre él debido a esa dificultad para encontrarle. Sin embargo, lo poco que sabemos sirve para reafirmar una vez más que existen fascinantes criaturas en nuestro planeta y que todavía nos queda mucho por aprender.

Imagen: Stephen M Kajiura