Computador sabe cuánto dolor sientes con solo analizar tu rostro

Ya solo con ver de lo que es capaz de hacer Facebook con nuestras fotos o el mismo Apple a través de su FaceID (o eso dice) nos da una señal de lo avanzado que está el reconocimiento facial. Sin embargo, este tipo de tecnología tiene otras aplicaciones más allá de la simple identificación, como se puede comprobar que han desarrollado en el MIT para medir el dolor que sufre una persona.

Según explicó Dianbo Liu, el creador del sistema, el propósito es obtener un cierto nivel de objetividad dentro de un área donde es difícil de conseguirla: las personas experimentan y expresan el dolor de manera diferente, por lo que la estimación que haga un médico acerca de cuánto está sufriendo un paciente puede diferir de lo que este señale dentro de una escala numérica.

Para desarrollarlo, Liu y su equipo entrenaron un algoritmo por medio de vídeos en los que aparecían personas haciendo muecas de dolor. En cada uno de ellos, una persona con dolor en el hombro realiza un movimiento diferente y luego califica su nivel de dolor.

El resultado terminó siendo un algoritmo capaz de identificar las sutiles diferencias que pueden aparecer en las expresiones faciales para elaborar una suposición de cómo se siente una persona. Según explica Liu, algunas partes de la cara son particularmente reveladoras. Por ejemplo, las grandes cantidades de movimiento que se despliegan alrededor de la nariz y la boca tienen a sugerir puntuaciones más altas en las calificaciones de dolor hechas por los pacientes.

Una de las virtudes de este sistema es que puede ajustarse para que se tengan en cuenta la edad, el sexo y la complexión de la piel del paciente. Gracias a ello, se pudo averiguar que la edad de un individuo tiene un mayor impacto en su expresión de los niveles de dolor, revelando también que este enfoque personalizado de estimación es mejor que los sistemas que no son personalizables.

Como explica el mismo Liu, el sistema nunca podrá reemplazar a un médico de verdad. Pero, aunque todavía se está en una etapa temprana, en un futuro no hay nada que impida que se pueda convertir en una aplicación que los doctores tengan en sus teléfonos móviles.

Sin embargo, hasta que se alcance esa posibilidad, es necesario entrenar al algoritmo con más vídeos para aumentar sus capacidades de clasificación del dolor. Además, hay que tener en cuenta que los vídeos con los que se le ha entrenado hasta ahora fueron tomados en condiciones ideales de iluminación, por lo que es poco probable que el sistema fuera tan preciso si se usara en pacientes reales tal y como está ahora mismo.