¿Acaba de crear el iPhone X un nuevo segmento de celulares ultra potentes y caros?

Celular Agua

Con el lanzamiento del iPhone X, Apple se une a un selecto club: el de los celulares con un precio en torno a los mil dólares. Antes, ese club tenía un solo miembro: Samsung, su más directo rival. Y bueno, realmente no era un club. Al tener un solo miembro, era más bien una excepción. Pero ahora que Apple está junto a él… ¿son dos excepciones? Quizá no. Quizá estamos hablando de un nuevo segmento: la gama ultra, gama muy alta, gama avanzada o quizá sencillamente gama de lujo.

Cada vez es más difícil destacar

En tecnología, el dinero siempre ha estado asociado a potencia. O al menos, lo estaba hasta tiempos muy recientes. Si comprabas una computadora cara, te estabas asegurando un producto de calidad, con gran potencia y desempeño, buen espacio en disco y materiales resistentes. Con el tiempo, y aplicando la Ley de Moore de una manera bastante amplia, los precios bajaron al tiempo que la potencia subió.

La ley de Moore sigue aplicándose también en el terreno de los celulares. Los gama baja y gama media de hace unos años no tienen nada que ver con los actuales. Por precios más o menos accesibles, hay como hacerse con equipos más que competentes para las actividades más comunes: fotos, vídeo, mensajería, redes sociales y navegación.

A día de hoy, la tecnología avanza con tanta rapidez que el precio de los componentes desciende con la misma velocidad. Esto hace que las marcas tengan ciertas dificultades para diferenciarse tanto en prestaciones como en precio y tengan que buscar una manera de distinguirse. Y es en este punto donde Apple lleva la de ganar.

 

Un iPhone que busca sacar rédito de la imagen de la compañía

Como vimos, las diferencias entre el iPhone X y el iPhone 8 (especialmente en el caso del Plus) no son tan grandes. Destaca sobre todo el diseño, con la pérdida del botón inicio, los marcos y el sensor dactilar, además de la tecnología que han metido para eliminarlos. Más allá de esto, las diferencias son mínimas. Por muy poco, son casi el mismo teléfono. De hecho, dado que comparten procesador (y posiblemente RAM), la experiencia de uso posiblemente sea la misma.

Estando en el mercado teléfonos que ofrecen características muy similares por precios más bajos, Apple solo tiene dos formas de justificar el alto precio del iPhone X: la experiencia de usuario que brinda gracias a la integración del sistema operativo con el hardware y la imagen.

Lo primero, la experiencia de usuario, es algo difícil de replicar por el mundo Android, con excepción de Google, por supuesto. Los demás fabricantes tienen que lidiar con un sistema que no es suyo para integrarlo con procesadores y hardware que, la mayoría de las veces, tampoco es propio. Y eso sin contar con que la integración con el escritorio es, cuando menos, también dificultosa.

Sin embargo, el iPhone X no apela tanto a los usuarios que prefieren a la marca por su sencillez de uso. Con su precio, Apple apela a los usuarios cuyo favor por la manzana viene del aura que acompaña a sus productos.

Un celular de lujo

Apple siempre ha tenido ese aura de exclusividad en todos sus productos, los cuales no eran para todo el mundo. Pero esto se acentuó con el pasar del tiempo en el caso del iPhone.

A día de hoy, Android tiene una abrumadora mayoría de presencia en el mercado, pero es debido al gran número de fabricantes que hacen uso de él. Le sigue iOS, que solo pertenece a un fabricante: Apple. Por lo tanto, y más que nunca, tener un iPhone significa pertenecer a un grupo distinto, a distanciarte de la mayoría.

Un iPhone X representa un paso más allá en sacarle rendimiento a este efecto que provocan los teléfonos, sea o no pensado (sospecho que sí se trata de una estrategia, pero hasta ahora no me han invitado a Cupertino para contármelo). Si tienes un iPhone, ya eres distinto. Pero si tienes un iPhone X, lo eres aún más. Eres la diferencia dentro de la diferencia.

Ahora bien, ¿por qué clasificarlo como un celular de «lujo»? Porque, y aunque las generalizaciones son malas, me arriesgo a decir que la mayoría que se compre el iPhone X no le sacará todo el partido que podría sacarle. A partir de que lo tenga en sus manos en noviembre, sus fotos tendrán más calidad, al igual que sus vídeos. Pero no será porque lo necesite, ni porque lo busque. Será solo porque es una de las características que acompañan al teléfono más caro de Apple, que es la razón por la que lo han comprado.

Una nueva carrera

Con el iPhone X, Apple le planta cara a Samsung y, juntos, entramos en la era de la gama de lujo. Solo que en este terreno, Apple tiene las de ganar gracias a la imagen que transmite no solo ahora, sino desde hace mucho tiempo.

Una gama de lujo da prestigio, no hay duda. ¿Por qué razón si no Google apunta también a ella con su Pixel? Ahora mismo, es un gama alta, pero con aspiraciones. No sería de extrañar que en un tiempo, los de Mountain View terminase metiéndose en este, por ahora, selecto club. Pero sospecho que no les irá muy bien porque carecen de esa imagen única que proyecta Apple.

Dicho esto, la pregunta que cabe ahora es si la aparición de esta nueva gama es buena o no para el mercado. ¿Será beneficioso para los usuarios o ontribuirá a que los precios de los celulares ascienda?

De nuevo, corro otro riesgo: creo que será beneficioso. Debido a que la asociación entre dinero y especificaciones no se ha desvanecido (ni lo hará), las compañías incluirán nuevas tecnologías en su gama de lujo para justificar los altos precios. Esto generará una nueva carrera que hará que aparezcan cosas que, hasta el momento, nadie se había planteado o lo había hecho a largo plazo. Con el tiempo, esa tecnología se abaratará, y además lo hará cada vez más deprisa, llegando hasta las gamas medias y bajas.

Y los precios, ¿aumentarán? Pues es posible, pero solo dentro de esa gama de lujo. Y aun así, tampoco mucho, pues las marcas (al menos todavía) no tienen tanto margen de maniobra. El resto de gamas es dudoso que suban de precio.

Por tanto, la aparición de esta nueva gama da la impresión de que se puede ver bajo un prisma positivo. Los próximos años van a ser apasionantes y habrá que estar atentos a los números de las compañías para ver cómo evolucionan.