Se podría decir que ya es oficial: el próximo gran objetivo espacial de la humanidad será llegar a Marte. El 21 de marzo, el presidente Trump firmó el proyecto de ley que autoriza el financiamiento de la NASA por 19.508 millones de dólares para el año 2018. Y en él, hay una petición: que la organización cree un plan para poner un hombre en el planeta rojo en la década de 2030.

Esta firma quiere decir que ya cuenta con la autorización para manejar esa cantidad de dinero, la cual es ligeramente superior a lo que Trump pidió en su proyecto de presupuesto para 2018: 19.100 millones. La aprobación del proyecto de ley fue realizada de manera unánime.

Además del viaje a Marte, también se le pide a la NASA crear formas para «extender la presencia humana, incluyendo la potencial ocupación humana en otro cuerpo celestial y una floreciente economía espacial en el siglo XXI». Es decir, que se puede afirmar que este es el pistoletazo de salida para que la raza humana se expanda por el universo.

Sin embargo, y a pesar de lo importante que este paso resulta, no deja de haber sombras en estos propósitos. Concretamente una: que mirar a los cielos parece significar que hay que dejar de mirar a lo que hay bajo nuestros pies.

Y es que muchos de los proyectos de la NASA que se centraban en nuestro planeta han sido cancelados o pospuestos de manera indefinida, según cuentan en Xataka. En esta publicación ponen dos ejemplos de proyectos suspendidos: la misión de redirección de asteroides y la monitorización y estudio del cambio climático antropogénico (el que ha sido provocado por humanos).

Los planes de la NASA para llegar a Marte deberán presentarse antes del 1 de diciembre de 2017, pero esta organización ya tiene trabajo adelantado pues hace unos meses presentó las tres misiones principales para el futuro viaje. Lo más posible es que ahora deberán refinarlos y desglosarlos algo más, pero quizá con más motivación debido a que ahora tienen la certeza de que lo que preparen se llevará a cabo.

No hay duda de que se trata de algo histórico y que, de ir todo bien, marcará una fecha significativa en los anales de la humanidad. Pero queda ensombrecido por el descuido en que se deja a nuestra querida Tierra, que es merecedora de atención dados los avatares climáticos por los que estamos pasando.