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Seguro que han oído hablar de Hyperloop, el proyecto con el que el multimillonario Elon Musk pretende revolucionar el mundo del transporte de pasajeros (y, por extensión, el mundo en general). Si no es así, aquí va una explicación rápida: Hyperloop viene a ser una especie de tren de alta velocidad, con la salvedad de que no necesita vías sino un tubo y de que puede superar los 1.200 km/h, cuando los trenes más rápidos de este tipo están en torno a 320-350 km/h.

Desde luego, la diferencia de velocidad entre Hyperloop y los trenes de alta velocidad actuales es abrumadora. Ahora bien, ¿cómo es posible que este medio de transporte alcance esas velocidades? La respuesta es más sencilla de lo que parece. Y esta se podría resumir en una sola palabra: fricción. O falta de la misma, para ser más exactos.

Hyperloop consta principalmente de dos partes: por un lado, tenemos las cápsulas donde viajarían los pasajeros o la carga que se desee transportar; y por otro, el tubo por el que viajarían las cápsulas. Igual que un tren no puede circular sin vías, las cápsulas solo pueden circular por el tubo, que es donde se hace la «magia».

El interior del tubo está prácticamente al vacío; es decir, que se ha retirado de él casi todo el aire. Esto lleva a que haya una ausencia de fricción casi absoluta y que así las cápsulas, impulsadas por electroimanes, puedan viajar a más de 1.200 km/h.

Pero la ventaja de Hyperloop no reside solo en las velocidades que puede alcanzar, sino también en el consumo de energía, el cual es muy bajo. Según Rob Lloyd, CEO de Hyperloop Transportation Technologies, una de las dos startups de Los Ángeles que trabajan en el proyecto, solo se necesita energía para la propulsión durante un 5% del trayecto. Una vez alcanzados los 1.200 km/h, las cápsulas pueden «planear» durante 160 km. Sin necesidad de más energía gracias a la poca fricción que habrá dentro del tubo.

De Quito a Guayaquil en menos de media hora

Desde luego, 1.200 km/h es una velocidad impresionante. La máquina de pasajeros más rápida del mundo, el Concorde, alcanzaba casi el doble, algo más de 2.000 km/h, y lo hacía por aire. De hecho, Musk ha comparado Hyperloop con el Concorde en más de una ocasión. Pero por muy impresionantes que sean los números, tan solo con ellos es un poco difícil hacerse una idea de lo que representan en la práctica. Así que vamos a aplicarlos un poco sobre el terreno.

La primera ruta prevista para Hyperloop es la que conectará, en EE. UU., Los Ángeles y San Francisco. Entre ambas ciudades hay una distancia de 559 km que en la actualidad se cubre por tierra en 6 horas en auto o un día en tren. Hyperloop reduciría este tiempo a tan solo 30 minutos.

Pero traslademos estos datos a algo más a mano: el trayecto entre Guayaquil y Quito, que debido a la particular geografía de nuestro país toma alrededor de 6 horas por tierra. Contando con que se pudiera construir Hyperloop aquí en las mejores condiciones, cubrir esta ruta terminaría llevando tan solo en torno a los 22 minutos. Es decir, menos que algunos trayectos dentro de la misma ciudad.

Del papel a la realidad

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Cuando la idea de Hyperloop apareció por primera vez, se vio como una excentricidad incapaz de llevarse a la práctica. En la actualidad, ya se han realizado las primeras pruebas prácticas del sistema a pequeña escala, incluyendo alguna pública, y se espera que a lo largo de este año se lleven a cabo pruebas más completas. Ahora bien, todavía falta algo de tiempo para que podamos ver en acción este nuevo sistema de transporte, que no deja de ser una actualización de conceptos que ya se elucubraron en fechas tan lejanas como el siglo XIX. Pero las fechas que se manejan no son tan lejanas como las de otros proyectos que parecen haber salido de libros de ciencia-ficción. Por un lado, se ha mencionado el año 2018 como aquel en el que este peculiar tren empezará a dar servicio, aunque en otras declaraciones se ha hablado del año 2021. Es decir, que tendríamos Hyperloop de aquí a entre dos y cinco años, un periodo que no se ve muy lejano.